Un mundo insípido...

En la tradición hindú, se espera tres etapas para la existencia humana, previstas en la expresión gyan bhakti veragya.

El periodo de perfección humana está acompañado con un conocimiento (gyan) natural, practicado en la vida. Es el paraíso terrestre, donde el lado científico y humano se unen ayudando a la civilización a pasar por una experiencia fascinante. De ahí vienen los mitos de lugares como Atlantis y Dwarka.

En algún momento, ese conocimiento se perdió y el ser humano pasó a un periodo de búsqueda (bhakti) intensa, en forma de religiones y la ciencia. La búsqueda genera incertidumbre y periodos temporales de felicidad y calma, pero no trae el beneficio final de conocer nuevamente cómo funciona la perfección del mundo.

Al final de mucha búsqueda, la persona entra en un estado de renuncia, normalmente acompañado por un aislamiento físico del mundo. Es un momento de recogimiento y reflexión…

La base de la renuncia es esta veragya, que no tiene una traducción exacta, pero puede ser interpretado como un estado de desinterés por el mundo. Un momento donde la persona experimenta la insipidez del mundo alrededor y la fascinante experiencia del reencuentro consigo mismo.

Pero no depende de qué tiene la persona, sino de lo que es. Hay una historia que ilustra esto…

Había un rey en la India que se consideraba un sabio renunciante. Pocos aceptaban este estado, debido al lujo en el que vivía el rey. Un renunciante se suponía tener un número mínimo de objetos.Se cuenta que un día llegó a visitarlo un sabio renunciante. El rey inmediatamente abandonó todo lo que tenía que hacer para presentarle al sabio las debidas reverencias. Después del almuerzo, preparado especialmente para satisfacer a su visitante ilustre, el rey invitó el sabio a pasear con él por sus jardines.Tras media hora de caminata, conversando sobre diversos puntos espirituales y religiosos, llegaron a una pequeña casa de madera.- Aquí guardo lo mejor del arte de mi reino. Los cuadros y esculturas que están aquí son invaluables.El sabio apreció el arte y después de unos minutos, volvieron a caminar. Como el jardín parecía grande, el sabio dejó dos de sus posesiones: una vieja ollita donde recibía la comida que le donaban, y un bastón para aliviar sus caminatas por las junglas.El tiempo pasó y unas tres horas después de haberse salido del palacio, un mensajero llegó asustado:- Majestad, la casa de obras de arte… ¡Está en llamas! No sabemos qué pasó pero cuando empezamos a apagar el incendio, era demasiado tarde. Se perdió todo.Por un momento el rey quedó en silencio, pero pensó que de todos modos, así era que debía haber pasado. No valía llorar o quejarse, o incluso castigar a alguien… Ya pasó, es hora de mirar hacia delante y ver cómo crear otro espacio parecido.Cuando volteó su cabeza a hablar con el sabio, él se había ido. Lo vio corriendo desesperado… Después de todo, ahí estaba su ollita y bastón. 
Vas a encontrar estas tres etapas en cualquier camino espiritual y es fundamental reconocer en qué etapa te encuentras, para ver qué debes hacer con el fin de continuar tu desarrollo personal:
  • Si te consideras en un momento de perfección y total conocimiento, no debes sentir ganas de experimentar el mundo más de lo que el mundo ofrece a ti. Tu desarrollo consiste en aprovechar las oportunidades y vivirlas intensamente.
  • Al estar en la búsqueda, ningún camino te parecerá perfecto, siempre habrá algo que falta… Es importante mirar dentro de ti y empezar a lograr lo que te falta desde adentro, entregándote una mayor estabilidad, en vez de solo buscar afuera.
  • Desinterés no es tener una cara fea o estar disgustado con el mundo, aunque este sea el comentario que muchos hacen. Es estar más allá de las influencias que existen… Este es el ejercicio de alguien espiritual, de no importar si tiene o no algo, su felicidad es independiente de esto.



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