Quieras o no, ya eres un ejemplo

Aunque no nos damos cuenta, todo lo que hacemos está siendo observado por otros. Y copiado. O, por lo menos seguido.

Somos ejemplos los unos de los otros. En una especie como la de las tortugas marinas, ellas automáticamente se dirigen al mar, así que nacen, sin que nadie le diga nada. Un caballo, al nacer, ya se queda de pie, sin ningún tipo de enseñanza. Los humanos, sin embargo, necesitamos de todo tipo de input posible para realizar nuestro viaje en el mundo.

¿Quién nos dará el input? Será nuestras familias, después amigos y compañeros, pero olvidamos que recibimos algo del entorno en general. Por ejemplo, al oír hablar tanto en corrupción por los medios o de violencia, eso puede servirnos de ejemplo si en algún momento tenemos que tomar una decisión relacionada a lo que leemos...

OK, enfoquémonos en el ejemplo que damos al reaccionar ante una infracción de tránsito, el clima o los resultados del partido de ayer. ¿Qué ejemplo damos con nuestras reacciones cuando nuestro proyecto no es aprobado, otro compañero logra superarte en la oficina o descubres que tu cuñado recibe un mejor sueldo?

El ejemplo que damos es el más fácil de manejar. En primer lugar, relájate mucho porque el estrés también da ejemplo... Concéntrate en tu propio ser y piensa en las cualidades más positivas que tienes. Entonces, reflexiona sobre tus comportamientos; recuerda qué hiciste ayer y en días pasados que puede ser mejorado, y mejóralos.

El ejemplo que damos será natural, surgirá, siempre. Así que mientras más meditemos y nos dediquemos a mejorar, mientras más reflexionemos y corrijamos a nuestros propios errores, más este ejemplo inspirará una reacción más pacífica, amorosa o feliz. No podemos dar ejemplos planeados, pero podemos planear la construcción de nuestro propio carácter y dejar que el ejemplo siga...

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