La vida en tiempos virtuales

Como seres humanos, fuimos aprendiendo a lo largo de nuestra larga historia a relacionarnos. Inventamos complejos idiomas, creamos sistemas y equipos, establecimos formas de reunión y mucho más, resultando que nos relacionáramos mejor.

Tomemos el ejemplo de un celular. En los tiempos antes del celular - algo que tal vez tú recuerdes - si querías hablar con alguien tenías que valerte de conocerle la rutina, dejarle mensajes y, muchas veces, ir personalmente a hablar con la persona. Hoy en día, apenas piensas en alguien puedes rápidamente marcarle el número y hablar con este individuo, sin demora.

Agreguemos al celular los emails, los textos enviados por el celular u otros medios, Skype y etc., y tenemos un planeta relacionado de una forma que nunca antes se imaginó posible: potencialmente, TODOS podemos relacionarnos a CUALQUIER MOMENTO.

Las consecuencias positivas son obvias: madres no necesitan que esperar semanas por las cartas de sus hijos en el exterior, profesionales no tienen que pagar altos precios para ampliar sus conocimientos en asuntos pequeños, el gobierno está bajo la mirada popular y se siente obligado a ser más transparente, y puedes comprar lo que te guste sin tener que salir de tu casa en gran parte de los países.

Pero, no hay rosas sin espinas... Cuando la madre por fin está con su hijo, ausente por varias semanas, él pasa su tiempo mandando emails o textos por celular a otras personas; todo profesional ahora tiene mucho más competencia que antes, ya que los recursos están disponibles para todos; nuevas formas de corrupción han surgido, mucho más atrevidas y más difíciles de comprobar ante la justicia, y al no salir tanto de tu casa, puede que sufras de obesidad y otros males.

Mirando todo este cuadro, siento que estamos aprendiendo a manejar lo que nuestra propia inteligencia nos regaló. Y tarda en ser experto en comunicaciones en un mundo con tantas y tantas posibilidades... Esto genera diversas crisis y enfermedades que antes no teníamos, como la reciente nomofobia.

Para poder superar esta etapa de aprendizaje y poder evolucionar, necesitamos trabajar en algunos puntos específicos:

  • Algunos puntos prácticos. Entender las herramientas que tenemos, leer manuales y consultar con otras personas. Esta es una época en que no hay problema no saber algo, pero es fundamental aprender.
  • Es crucial saber qué queremos de nuestra vida. Esto nos hará tener claro qué herramientas utilizar y con qué fin.
  • Establecer una rutina clara para el uso de las herramientas. Puede estar asociada a horarios ("Solo miro emails después de las 7 pm"), frecuencias ("Miro emails tres veces al día") o situaciones ("El resto del tiempo, estaré disponible por mensajes de texto a mi celular").
  • Conocer la etiqueta. La real invasión de herramientas de comunicación hace difícil tener una etiqueta de comportamiento rígida, pero hay algunos elementos claves. Por ejemplo, solo llamas a un celular a una persona que conoces bien (amigo, pariente, alguien con quien trabajas y que te dio el permiso para eso, etc.), de lo contrario los mensajes de texto suelen ser menos invasivos.
  • Evitar la tendencia a acumular. Muchas personas tienen más de un celular, tres cuentas de correo electrónico y muchos otros elementos, lo que termina, irónicamente, dificultando la comunicación. Es mejor manejar lo que se tiene de forma más ordenada y organizada. En algunos casos, dos celulares pueden ser útiles si quieres diferenciar tu familia de tu trabajo, pero la mayor parte del tiempo, es más conveniente tener lo mínimo de elementos posibles.
  • Y lo último es... No, no te dejes "seducir" por el nuevo equipo que apareció, aunque prometa resolver todos tus problemas. Es más sensato concentrarse en lo que ya usas y solo buscar algo nuevo cuando tengas claro que realmente te será útil (conversa con amigos que ya tienen este nuevo celular que apareció y mira cómo lo utilizan y qué ventajas hay).


Si trabajas en estos puntos, podrás más fácilmente adaptarte a la nueva realidad de un mundo intensamente conectado, sin desfallecer en el intento.

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