Limitado e ilimitado

Hola, me gustaría compartir un cuento que muchas personas apreciaron - ¡espero que a ti también te guste! Desde Medellín, con mucho amor.





Un sabio dijo una vez a su discípulo que cuando meditara, debería hacerlo enfocándose en lo ilimitado.
El discípulo, aún bastante joven, pensó que lo ilimitado era la ciudad grande, ya que todo lo que había conocido era su pequeño pueblo y para allá se dirigió. Empezó enfocándose en la ciudad grande - su gente (ilimitada), sus construcciones (en número ilimitado), sus ruidos y todo lo que para él era la ciudad grande. Pero no obtuvo resultados, no sentía que realmente meditaba.
Entonces, mirando en el horizonte un día, se dio cuenta de una montaña muy, muy alta. El muchacho percibió que era más ilimitada que su ciudad, pues de ahí podía ver todo alrededor, incluso la ciudad donde estaba. Entonces partió hacia la montaña. Allá tardó mucho en ascender al pico más alto y pasó por muchos problemas físicos debido al frío y la escasez de oxígeno, pero por fin pudo meditar. Y meditar, y meditar…
Tras algún tiempo, se dio cuenta que tenía poco éxito, pues el frío parecía más poderoso que su capacidad de concentrarse, aunque meditaba no sentía cambios importantes en sí mismo. Entonces miró en el horizonte un día y vio el inmenso océano. En él, había una pequeña isla y el muchacho pensó: "¿Cómo no vi esto antes? Desde la isla, veo mi ciudad y la montaña, la isla es mucho más ilimitada debido a que está en pleno océano."
Para allá partió, pero tardó realmente mucho tiempo para llegar allá. Tuvo que trabajar para conseguir algo de dinero y comprar el material necesario para hacer un pequeño bote. Entonces, cuando llegó a la isla, pasó a vivir de lo que ésta le proveía y su meditación fue mucho mejor al comienzo. Pero luego, la meditación llegó al mismo nivel de antes. Sentía que no había logrado éxito.
Ya tenía más de treinta años cuando alguien pasó a rescatarlo (el bote se deshizo apenas llegó a la isla). Se sentía desilusionado y frustrado con la meditación, pues no había podido enfocarse en lo ilimitado. Sí, había meditado, había tenido experiencias importantes, pero algo siempre faltaba.
Cuando regresó a tierra, su experiencia en ir a la isla fue muy valorada, y hombres con costosos trajes le pagaron para que compartiera esa experiencia. Ellos decían que lo que él había hecho era justamente la solución para sus problemas, y el ya no tan joven discípulo ganó mucho dinero, armó una agencia de viajes y tuvo mucho éxito en la vida, convirtiéndose en un famoso empresario en la ciudad grande.
Cuando ya tenía más de cuarenta años, cierto día, fue a un restaurante a comer cuando se dio cuenta que el cocinero era ¡nada más, nada menos que su antiguo maestro! Entonces, eso era lo que pasaba - ¡su maestro era un farsante, un verdadero fracasado! Decidió desenmascararlo y así que lo esperó a que saliera en la noche. El maestro salió como a las dos de la mañana y se fue caminando tranquilamente a su casa. El antiguo discípulo lo siguió y poco a poco percibió que su ira inicial iba desapareciendo.
Cuando éste llegó al templo donde vivía (distinto al templo que el discípulo había conocido), entró muy despacio, hizo sus rituales iniciales y se dirigió a la habitación. El antiguo discípulo observó como el anciano hombre se duchó, se cambió y se sentó a meditar. ¡Brillaba! El viejo hombre parecía brillar en plena noche.
Confundido y avergonzado, el discípulo se fue. Al día siguiente, llegó al mismo templo y ahí encontró al maestro, totalmente tranquilo y sonriente. Le pidió cita y por fin cuando estaban frente a frente, le preguntó si lo reconocía.
- Soy muy anciano, mi joven. Pero veo que has tenido mucho éxito en su vida, así que si vienes a agradecer a los dioses por ello, aquí estoy para ayudarle. Soy un mero servidor tuyo.
Realmente, el maestro era un santo, su sonrisa, su forma de hablar, todo lo de él acabó desatando lágrimas en el empresario. La sonrisa del maestro disminuyó un poco y de forma frágil se acercó a abrazar al hombre, quien le contó todo lo que le había pasado.
Al final, el sabio simplemente lo miró y le dijo:
- Lo siento si me malinterpretaste. Enfocarse en lo limitado no significa vivir en lo limitado, pues tienes que vivir y cumplir lo que la vida te tiene - en el caso, la vida te tenía preparado la posición que hoy ocupas, tu riqueza y todo lo que eres. Yo también, ayer me viste cocinando en un restaurante, pues el templo necesita los recursos y estamos mal este mes; el restaurante es de un sobrino, así que me permitió cocinar por unos días, a cambio del dinero que necesitamos.
El sabio se detuvo un poco, mientras el hombre más joven se iba reponiendo y ahí continuó.
- Lo ilimitado está en la conciencia personal. Mientras cocino, pienso en los dioses, en la vida, en paz. Trato de transmitir esto a mis platos y que la gente se beneficie de ello. Esto es lo ilimitado. Así que todavía no es tarde para que seas ilimitado, mi joven. Medita en cosas positivas mientras trabajas y construyes todo lo que estás haciendo.
Charlaron un poco más, el antiguo discípulo todavía sediento de palabras de sabiduría. Al llegar a su oficina, ordenó a la secretaria que se encargara de todos los gastos del templo, que nunca más un sacerdote tenga que trabajar por cualquier razón.
Y, décadas después de su sufrido inicio, por fin se sentó a meditar en lo ilimitado, con una experiencia que nunca había tenido antes.

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