Transforma tu pensamiento, transforma tu mundo…


El pensamiento genera interesantes efectos para los cuales no se necesita ser un genio científico para observarlos. Por ejemplo, si piensas en algo feliz, automáticamente tu cuerpo reaccionará de la misma forma, empezando por la sonrisa y todos los químicos que el cuerpo produce naturalmente. No solamente esto, porque tu pensamiento es feliz, lograrás expresar felicidad al encontrarte con otras personas.

Ahora, imagina que este ejemplo suceda en medio de una serie crisis, un proceso difícil de recuperación de salud o una tragedia personal; naturalmente, dos procesos mentales entrarán en conflicto, pero lo interesante es que los efectos del pensamiento feliz seguirán su proceso a pesar de la experiencia de tensión, tristeza o melancolía, sirviendo como analgésicos naturales.

Imaginemos un poco más: ¿qué pasa si aprovechas este pensamiento feliz para volver a enmarcar la situación que vives? Es decir, en vez de dejarte llevar por la crisis, la felicidad te dará fuerza para enfocarte en la solución; en vez de lamentar tu salud, esta felicidad te dará la energía para mantener el optimismo y así ayudar en la sanación, y, delante de una gran adversidad, podrás visualizar el aprendizaje y los logros escondidos que cada situación negativa trae.

Así transformas el mundo, pensamiento por pensamiento, reforzando lo bueno y positivo, lo grandioso y fuerte, sin darle fuerza a lo negativo.

Pero… ¿eso significa ignorar la crisis, la enfermedad o la tragedia? Realmente no, es simplemente pensar en estos temas como un médico piensa en la enfermedad: es un problema y hay que solucionarlo. O sea, en vez de una mentalidad de no sé qué hacer, al entrenar tu forma de pensar tienes más posibilidades: ¡Ya sé qué hacer!; no sé qué hacer, pero lo descubriré o bueno, hay cosas malas pasando, pero seguramente voy a lograr superarlas.

Por favor, siga pensando… Un día, cambiarás el mundo.

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