Superando la inercia mental


¿Por qué pensamos como pensamos? ¿Por qué nos es difícil pensar de forma distinta aunque sea más sano, más valioso y más interesante, aunque comprendamos y queramos pensar diferente?

Así como en el plano físico hay inercia, algo similar pasa con nuestros pensamientos: generamos hábitos de pensar que son como una especie de camino, de forma que los próximos pensamientos relacionados simplemente siguen esa ruta, sin que haya la necesidad del esfuerzo en pensar.

Por ejemplo, al despertar piensas no en lo que ganarás, sino en lo que dejarás en términos de tu casa, familia y placeres para poder ir a trabajar. Si ese pensamiento es demasiado intenso o bien lo tienes a menudo, probablemente se creará un hábito, un camino negativo; en otras palabras, te será más fácil ver la realidad del día un poco más gris que lo normal el día siguiente y el otro día, y así en adelante, incluso cuando sea un día lindo. Además, cuando quieras pensar que el día será bueno, te será más difícil porque el hábito ya está creado.

Hay implicaciones graves específicamente cuando la persona pasa por una crisis, un desempleo o una enfermedad grave. Hay diversos estudios sobre el efecto de la mente en el cuerpo, así que imagina el efecto de hábitos de pensamientos o actitudes negativos.

Para que la inercia sea rota a nivel físico, como un carro estacionado o una cuchara sobre la mesa, se necesita una energía externa, que mueve el objeto modificando su velocidad o dirección, disminuyendo el atrito o alterando algún factor que genere el cambio, como el conductor que acciona el motor y lleva el carro, o la niña que  toma la cuchara para poder alimentarse. Sin embargo, al llegar a su destino, el conductor nuevamente deja el carro estacionado y la niña en algún momento dejará de usar la cuchara, dejándola quieta nuevamente sobre la mesa.
 
En términos mentales, algo parecido sucede: nuestra inercia mental suele detenerse debido a alguna interferencia, pero cuando ésta termina… Relacionando al ejemplo anterior, si en el camino al trabajo, te encuentras con alguien a quien quieres que te convence que el día será hermoso, así te va a parecer, pero en algún momento te quedarás solo y el peso del feo día que tus pensamientos insisten, recaerá nuevamente sobre ti…

Afortunadamente no somos objetos inanimados; además de la posibilidad de que externamente haya interferencia o motivación, desde adentro se puede generar un cambio a la inercia del pensamiento.

Cambiar hábitos no es fácil, pero empieza por la reflexión, contemplación, meditación o yoga. Junto con eso, es  bueno estudiar el tipo de pensamiento que se tiene y cuál sería el mejor, ayudando a comprender cómo se piensa y de esta manera, poder pensar distinto.

Es un proceso más largo que prender un carro, sin embargo se convierte en un maravilloso viaje de crecimiento humano.


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