El embajador de la India


Cuando llegué a Colombia hace 20 años, no imaginaba que tanto tiempo iba a demorar a que el país pudiera llegar al nivel que hoy está llegando. No solamente en lo económico, pero en lo social y en otras áreas, la nación ha superado expectativas y perspectivas que otros países tenían sobre Colombia.

Pero eso ha implicado también una pérdida en la inocencia que se obserbaba antes. Esta inocencia es demostrada a través de la historia de un hombre colombiano que va a una ciudad y se hace pasar por el "embajador de la India", convenciendo a tantas personas que ni siquiera pensaron en dudar de esta persona, o al menos pedir sus credenciales.

De esa manera, algunas veces horrorizada, la gente de Colombia se va dando cuenta de muchos otros males que se habían quedado olvidados debido al horror que se vivió - y sigue operando, pero en menos escala. Es como si alguien que tenía cáncer empieza a mejorar y se da cuenta que además tiene asma.

Creo que es fundamental que el país como un todo, donde me incluyo a pesar de ser de otra nacionalidad, empiece a encarar de frente un proceso holístico de sanación. No solamente del punto de vista de llegar a la tan merecida paz y a un desarrollo económico natural por su espíritu empresarial, sino también sanar los corazones y descubrir que aunque el mal exista, y muchas más personas se harán pasar por "embajadores de la India" sin serlo, solo cuando se aprovechan oportunidades es que hay la posibilidad de un aprendizaje.

Sí, parte de los males ignorados por la mayoría aunque declarados por unas pocas voces aisladas, merecen justicia. No cabe duda que lo que vaya contra la ética humana pase por un proceso de resarcimiento, pero si eso llega a tocar el corazón, entonces el fin del mal terminó siendo servido pues además de haberle causado daño a alguien de forma externa, también lastimó su corazón y el de muchos otros. Puede que la justicia incluso suceda, pero las personas afectadas jamás volverán a ser felices.

Vale la pena arriesgarse. Con cuidado obviamente, pero sin temor. Es importante que la fortaleza natural espiritual que ha ayudado el país a llegar hasta donde ha llegado de una manera increíble, siga siendo nutrida de alguna manera. De tal manera que cuando golpeen la puerta, la persona la abra, y cuando la persona indique que es el "embajador de la India", la deje entrar y disfrute unos momentos únicos de comedia, sin resentimientos posteriores o miedos presentes. Y si algún horror golpea la puerta y la persona no tiene como evitarlo, habrá aquellos que la apoyarán, le harán sentir su dignidad natural y cooperarán en su sanación, de forma que nada de eso quede en su corazón.

Me siento orgulloso en realidad de esta gente, por todo lo que ha pasado y está sucediendo, y espero poder ayudar en el proceso colectivo de sanación.

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