Una hora...


Ya escribí sobre eso antes, pero no puedo dejar de pensar nuevamente en la poderosa experiencia que tuve el año pasado al encontrarme con una persona en estado terminal - pocos meses después, ella se fue. Lo más poderoso fue ver su ánimo y energía, su deseo de continuar a ser lo que siempre había sido, y una frase que no olvidaré y que más o menos decía:
"Marcelo, lo único que hago es negociar con Dios unos días más."

Entonces, hoy, que es mi cumpleaño, que celebra el momento en que miré por primera vez el mundo en esta vida, deseo que sea el comienzo de la etapa más profunda de mi existencia.

Si mi vida entera correspondiera a solo una hora, ¿cuánto realmente me falta por vivir? ¿Media hora? ¿Un cuarto de hora?

Lo que pasó, ya sucedió, no volverá por más grandioso que pueda haber sido. Pero está lo que viene por delante, y esto es más importante que los años que cumplo hoy - aquellos que cumpliré en el futuro.

Al pensar así me di cuenta de algo bastante descorazonador: la mayor parte del tiempo que viví, y posiblemente del que viviré, lo pasé en "actividades fisiológicas". Como ser humano, pasé la mayor parte de mis tres cuartos de hora, o algo así, comiendo, durmiendo, bañándome, etc. etc.

Sin embargo, ahora mismo, mientras escribo, mientras mi cuerpo (humano) está involucrado en el acto físico de digitar estas palabras, mi mente vuela muy alto. Incluso una parte de mi cuerpo, mis ojos, miran hacia fuera y mandan otros mensajes a la mente. Es decir, la hora que tenemos en el planeta no es solo HUMANA. Hay también la parte del SER.

Como ser, creo que pasé más tiempo reflexionando en mi vida. Lo que un día fue considerado malo y negativo por muchos que me veían, hoy siento que fue lo que me ayudó a ser lo que soy hoy. Mis reflexiones, pensamientos, imaginación, ideas, valores, creatividad, amor, paz, y todo aquello que no puedes ver, tocar, oír o sentir físicamente, son parte de estos tres cuartos de hora, y harán parte de los minutos que empiezo a vivir desde hoy.

Y esto lo puedo controlar. Puedo elegir entre enojarme y amar, entre descorazonarme y entusiasmarme con un nuevo reto, entre ser feliz o experimentar tristeza.

Sé que lo físico será variable. Sé que mucho pasará aún conmigo. Pero también sé que el brillo de mi existencia depende de esa dimensión interior, del SER que soy.

Y lo mismo es para ti: tú puedes elegir hacer lo que quieras con el tiempo que tienes quedando, tu cuarto de hora o media hora que aún está por venir. Reflexiona mucho, piensa mucho, sé muy leve y disfruta todo lo que venga en tu camino.

Así, la hora maravillosa que pasamos en este planeta habrá valido la pena. Para ti. Para mí. Para todos.

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