Diario de mi Último Año

El árbol de Navidad decora varias partes por donde camino.
¡Es Navidad! Una parte de mí pregunta ¿a dónde se fue el año? ¿A dónde se fue mi vida? Otra parte de mí trata de entregarse a la fiesta y celebraciones alrededor. Afortunadamente, la segunda parte logra vencer.
Me veo rodeado por personas alegres y felices. Alegría y felicidad son dos cosas muy distintas. Aprendí que algunas veces, la alegría es usada para esconder la ausencia de la felicidad y me aseguro que todos estamos alegres por lo que sentimos, no para evitar algo triste.
Ser feliz es algo profundo, viene desde adentro del ser, no puede ser provocado o impedido por algo externo. En estos momentos, estoy muy, muy feliz. Soy feliz.
Confieso que en algunos momentos estuve mal. Después de todo, este es mi último año. Mi última navidad.
Saber que uno se va... no sé como explicar, es como sentir que dejas algo inconcluso, y deseas finalizar eso, concluirlo. Pero, como alguien dijo otro día, “mi visa fue cancelada” y tengo que volver a algún lugar.
Hummm... Leo nuevamente lo que escribo y siento un cierto tono triste. No, esta no es la idea. Insisto: soy feliz, así que busco transmitir a ti qué significa saber que es tu último año.
En realidad, no es el último año de mi vida. Es el primer año de una nueva aventura, de una nueva vida, y quiero vivir esta navidad de forma amplia y total, porque lo que aquí experimente, es esto que me llevaré en el viaje que me espera, en la mochila que tendré como equipaje.
Además, quiero disfrutar TODOS los regalos que me den. No los físicos, es probable que no los usaré, pero este amor, cariño, fuerza y optimismo que me dan a cada segundo, mirada y sonrisa.
Además, quiero regalarte algo importante. No es físico, pero sé que te será útil. Un día, como yo, también llegarás a tu última navidad:
  • Si te lastiman el corazón, conversa contigo mismo y habla con Dios. Dios es el médico del alma, deja que él te sane y te dé aún más amor.
  • De los demás, jamás piense algo negativo porque la primera persona que experimenta esta negatividad es tú mismo.
  • La mejor revancha contra alguien que te cause daño es darle amor, misericordia, comprensión y nuevas oportunidades.
  • Si la tristeza golpea tu puerta, no la abras.
  • Aunque la felicidad no golpee tu puerta, abra la puerta e invítala a entrar.
  • No hay excusas para no hacer nada; la responsabilidad y la acción te ayudan a crecer.
  • Si en algún momento la sonrisa se te desaparece de la cara, habla con Dios, con un amigo o recuerda algo agradable. No te quedes sin sonreír, ni por un segundo.
  • Si piensas en algo desagradable que pasó en tu vida, haz de cuenta que es una película y aplaude el protagonista, tú mismo.
  • Cuando el dolor venga, no lo aguantes. Con amor y respeto a tu propio cuerpo, entrégalo a quien pueda curarlo. Pero no deje que el dolor llegue adentro de tu ser; para eso, habla con Dios y siente su amor sanador.
  • No te engañes, pero no exageres con relación a tu destino. Cada día es más valioso cuando ya sabes que te vas a ir – es mejor disfrutar esos días que pensar cuando se acabarán.
  • No tengas miedo de hablar que te vas. Entiende mejor qué significa eso, conversa contigo y con los demás.
  • No tengas miedo de lo que te espera. Cosecharás las semillas que sembraste, así que aprovecha estos últimos días para sembrar más semillas, no en temer lo que viene.
  • Ama. No pare de amar, jamás.


Marcelo Bulk
Este texto es ficción. Es un homenaje a algunas de las personas que conocí en estos últimos años y que se fueron a una “nueva aventura”, dejando atrás lecciones muy valiosas.

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