Yo lo sé todo…
Solo sé
que nada sé…
Te cuento algo: ¡Lo sé todo! Y tú también. ¿Cómo?
Piensa en una semilla: ella tiene todo el
conocimiento implícito sobre el árbol que está contenido en ella. La semilla sabe cuántas hojas tendrá, cuántos
frutos dará y en cuánto tiempo los producirá, pero es un conocimiento inerte,
quieto, que espera su momento adecuado para convertirse en realidad. Si la
semilla pudiera hablar, ¡cuánto no diría!
Piensa en ti mismo: tienes todo el
conocimiento implícito sobre el ser humano que eres. Intuitivamente conoces tus
propios talentos, cualidades, virtudes, defectos, potenciales, etc. Si solo
pudieras hablar…

Eres un ser completo y todo el conocimiento
está en ti, esperando para ser usado y entregarte una mejor experiencia de
vida.
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