El efecto Pigmalión en nuestra vida

Algo que agradezco mucho el INTERNET es que tengo que ir muy poco a leer periódicos. Lo siento, no es lo mío - ahora, en un vuelo, mientras la persona a mi lado elegantemente leía las páginas, doblándolas de forma adecuada, yo tenía papeles arrugados, amontonándose en mis manos. ¡Gracias INTERNET!

Pero, hay algo que falta, definitivamente. La experiencia de leer no se remplaza con lo tecnológico y eso me di cuenta al leer una emotiva historia (http://www.dailymail.co.uk/news/article-2057743/Little-girl-s-letters-brought-mummy-brink-death.html).

Se trata de una madre que fue desahuciada por los médicos con relación a su cáncer. Su mayor esperanza vino de una de sus hijas que con un lenguaje infantil-maduro le decía que "esperaba que su cáncer fuera (sic)". Poco a poco, el efecto de estas notas empezó a generar el efecto que los médicos no pudieron, hasta que por fin la madre se vió libre del cáncer por completo.

Ahora, me quedé pensando: imagina si empiezo a desear de forma tan fuerte a otras personas que se mejoren, no solo de enfermedades, sino de otras situaciones como falta de autoestima o incluso de trabajo. ¿Será que funcionará o no?

Yo creo en el poder de las bendiciones. Siento que cuando alguien desea de forma poderosa que otra persona esté bien, le está entregando algo valiosísimo. No necesariamente habrá cura, como el caso de esta madre, pero sin duda la entrega de vibraciones positivas, palabras poderosas y amor, a través de diversos medios, permitirá a la persona a entrar en contacto con la mejor parte de sí misma.

Es ahí, dentro del propio ser donde está lo mejor de sí que están los soldados que podrán fácilmente combatir la crisis por la que atraviesa. Cuando damos bendiciones, le permitimos a estos soldados, estos poderes internos espirituales, salir y vencer.

Así que separas una hora o más de tu día, en varios momentos, para desear el bien de los otros. Pero no solo desearles el bien, sino entregarles bendiciones, darles lo mejor que tienen.