Una actitud motivadora
Para algunos de nosotros, la motivación viene en formas tangibles: regalos, dinero, palabras alentadoras. Para otros, es algo mucho más sutil: una actitud, una forma de posicionarse en la vida. Recientemente escuché una historia preciosa. Un joven eligió ir en contra de las expectativas de su familia. En lugar de aceptar un trabajo tradicional, emprendió un viaje de exploración. Finalmente se quedó sin hogar, no porque estuviera ocioso, sino porque escribía. Su mayor oposición vino de su propio padre. Sin embargo, un día, tras recibir el premio más prestigioso de su país por su trabajo, llevó el premio a ese hombre tan quieto que nunca le había entendido. Sin decir una palabra, el padre lo aceptó. En ese gesto silencioso, el hijo sintió el calor del reconocimiento, quizás la motivación más profunda que jamás había recibido. Uno de sus próximos libros, dijo, sería sobre ese hombre que nunca le animó... y aun así le motivaba a su manera. Cuando hablamos de la motivación como un...