Magia de Navidad

Había dos magos que vivían en unas montañas. No eran montañas como cualquier otra, pues los dos magos eran los protectores de una fauna de seres mágicos que ahí vivían. Durante muchos siglos, sus ancestros cuidaron de esas montañas, aislándolas de los demás humanos, pero en el último siglo - y siendo los últimos de su especie, estos magos vieron que el aislamiento total era imposible.

Preocupados, se reunieron a conversar, pues temían que los hombres y mujeres de los dos pueblos cercanos dañaran las bellas montañas e hicieran sufrir a los seres  que ahí vivían. Después de todo, lo que más se veía en los pueblos era sufrimiento: divorcios, muertes innecesarias, pobreza, depresión, cansancio, corrupción, explotación,  etc.

Ambos llegaron a un acuerdo: la mejor forma de evitar el mal es mejorar esos dos pueblos. Pero no estuvieron de acuerdo al método. Mientras un mago pensaba que debía convertir los pueblos en verdaderos paraísos, el otro pensaba que ese proceso debía ser gradual. Tras muchas discusiones, decidieron aplicar ambos métodos, en diferentes pueblos.

El primer pueblo - el que veía la montaña bañarse con la luz del sol en la aurora - fue a dormir en la profunda infelicidad de sus vidas, para amanecer completamente transformados: los pobres ganaron hermosas casas, los feos caras hermosas, las calles amanecieron con mucho verde y oro... Asustados y maravillados, los habitantes de este pueblo salieron a las calles a celebrar la transformación, alabando a sus dioses y patronos. Salieron bailando y bailando, felices con la cantidad de comida disponible y cómo todo funcionaba solito, como por magia.

En los primeros años, la experiencia se mostró exitosa, pero un día, un vecino creyó que su vecina le había robado una docena de manzanas. Pelearon y fueron a dormir enojados. Lentamente, la ira, la codicia, la lujuria, el apego y la arrogancia fueron tomando cuenta de los corazones de los pobladores, hasta que diez años después de la magia, poco quedaba del paraíso.

Disgustados, los magos se enfocaron en el segundo pueblo - el que veía la montaña bañarse con la luz del sol en el crepúsculo - que fue a dormir en la profunda infelicidad de sus vidas. Al día siguiente, sin embargo, encontraron plantas en varias partes donde había plantas. Lentamente, campos enteros pudieron dar comida y en un año, todos tenían qué comer.

El mago que tuvo esa idea, fue a vivir en ese pueblo y logró juntar personas de buen corazón, personas capaces de perdonar y amar incondicionalmente. Las entrenó con mucha paciencia a amar a otros  y ayudarlos también a amarse mutuamente. Lentamente, los divorcios fueron desapareciendo. También les entrenó  en el arte de la medicina, reconociendo en  la naturaleza las hierbas que podían sanar, y cómo cuidar de las finanzas personales. También les enseñó a cuidar los que no tenían nada, capacitándolos a lograr algo para su vida. Al cabo de diez años, el pueblo llegó al mismo nivel de paraíso que el anterior había empezado.

Con el éxito de su experimento, hicieron lo mismo con el primer pueblo, y los mismos resultados surgieron; el pueblo en diez años se había vuelto paradisíaco.

Entendieron que el paraíso, para un ser humano, no  es algo externo, artificial; tiene que nacer en los corazones de cada persona. Humildemente, los magos salieron de su experimento y abrieron completamente el camino a la montaña mágica, a seres humanos tan mágicos como los seres que ahí habitaban. Y por fin los magos se retiraron del mundo, a esperar la  bella muerte, pues sabían que su deber había sido cumplido.

¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ AÑO NUEVO!

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