Siendo líder de ti mismo

Hola, nuevamente. Aquí estoy en una Bogotá con un inusual supersol (después de un viernes bastante nublado). Si no estás en Bogotá, no sabe de qué te pierdes. Ya tuve un tiempo para reflexionar sobre el tema de los valores y para mí no hay dudas: tengo que ser honesto conmigo mismo y evaluar mis valores, el famoso inventario de valores personales. A veces, la honestidad duele, y duele mucho. Pero vale la pena, pues hay diversas ventajas especialmente en reconocer los valores que no tengo al menos no muy desarrollados. Al conocer los valores que no tengo desarrollados, soy capaz de entender mi comportamiento y perdonarme. No es realmente mi culpa, todo es una cuestión de que el valor no lo he tenido en cuenta. Me da una oportunidad única de mejora y crecimiento. Al saber que no tengo algo, es simplemente ir a obtenerlo de alguna forma. Me ayuda a mejorar mi autoliderazgo. En la medida que tengo claro lo que no tengo, me puedo enfocar en mis acciones y sacar provecho de esta situación

Como niños, los valores son la materia prima que compone lo mejor de nuestro carácter. Medio en broma, medio en serio, acostumbro a decir que la clase de valores era mi favorita: dormía todo el tiempo... Valores no son para predicar o incluso enseñar en un aula. En un mundo ideal, las personas ya llegarían a sus escuelas, universidades y empresas con sus valores bien definidos. En un mundo ideal, desde luego. En un mundo con el nuestro, los valores son algo que tenemos que trabajar todos los días. Y saliendo de la broma, la semana pasada me sucedió una de las mayores pruebas. Un gran amigo enfrentó una dura realidad: entró en un conflicto de valores profundo. Por un lado, sabía lo que tenía que hacer. Sabía lo que era bueno y positivo, lo que una persona buena y ética como él es debía hacer. Por otro lado, lo que sentía era tan fuerte... y ¡nada qué ver con sus valores propios! En términos de autoliderazgo, vi a una persona bastante afectada. Mando mis buenas vibraciones y especial car