Yo, el árbol
Creo que una de las cosas que todos debíamos hacer era
ejercitar nuestra imaginación un poquito… o mucho.
La imaginación ayuda que conceptos intangibles se conviertan
en ideas fáciles de comprender. Por ejemplo: ¿quién soy yo?
Créanme que hay varias maneras de responder este pequeño y
normalmente difícil acertijo y una de
ellas es: yo soy un árbol.
¿Qué? ¿Será que exageré en la imaginación?
OK, ven conmigo en este ejercicio…
Visualízate como un árbol y
piensa en las ramas; son tu familia, tu trabajo, tus hobbies, las cosas que te gusta, opiniones, ideologías, tu forma de
practicar la espiritualidad, etc.
Hay ramas retorcidas. Hay ramas
que te gustaría cortar ahora mismo. Hay ramas que hacen el árbol aún más bello…
De cada rama, desprenden hojas –
personas que están conectadas a ti a través de esa rama.
De algunas ramas salen frutos –
funcionó, se logró éxito en esta rama.
En algunas ramas hay bichitos...
¡Ooops! Es hora de revisar esa área de mi vida.
Visualiza entonces el tronco
principal, el que no tiene ramas. Es el que sostiene todo el resto de tu vida. ¿Qué
es? ¿Tus ideas? ¿Tu disciplina? ¿Tu espiritualidad?
Ahora ve más allá del tronco, a
las raíces… son tus creencias, tan escondidas, pero tan importantes, ya que
alimentan de forma continua el árbol entero. Sí, todo lo que haces en la vida
es determinado por las creencias – incluso las ramas feas…
Ah, antes de seguir - ¿qué tierra
te alimenta? De donde sacas el sostenimiento para ser quien eres.
Por fin llegas a la semilla. Aunque
en un árbol físico la semilla habría desaparecido, aquí no; es la parte central
de tu ser. Es lo que eres, sin clasificaciones…
Y te pido que sientas por un
momento que eres esta semilla. Que eres alguien más allá de ramas o raíces. Eres
lo que realmente eres…
Este es el cuadro de tu árbol personal. ¿Qué harás con eso? Hay
muchas posibilidades y es hora de empezar a trabajar en él…
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