Un hombre muy especial
En enero del 83, ingresé a la casa más maravillosa que había visto en toda mi vida. No solo era bonita en estética, había algo diferente en ella, algo que más tarde llamaría "vibración".
Al bajar las escaleras, llegaba a un sitio reservado a charlas, un espacio abierto bastante amplio, lleno de verde y mucha luz. En la pared central, varias fotos me llamaron la atención de inmediato.
En todas las fotos, había un hombre que hacía presencia. Era alto, de cierta edad y con bigote blanco. Su porte era algo distinto a lo que había visto de los hombres adultos a mi alrededor y su traje mostraba que no era brasileño...
Su nombre fue Prajapita Brahma. En los años 30 tuvo una serie de realizaciones que lo llevaría a crear una organización pequeña en un pequeño sitio de la India. Hoy, en forma de una comunidad que existe en más de 110 países del mundo, esta organización recuerda su vida, pues fue en un 18 de enero, en el año 1969, que Brahma partió de este mundo físico dejando atrás un increíble legado.
Lo primero que aprendí de él era como una persona común podía ser diferente. Estamos acostumbrados y aceptamos los famosos santos, pero no nos identificamos con ellos; los apreciamos e incluso los idolatramos, pero no al punto de querer ser como ellos. Lo mismo no pasó con Brahma... Hombre de familia, comerciante, lector de escrituras, divertido y sabio, él inspiró a miles de personas en su momento y sigue inspirando con las historias de su vida.
Además de eso, tuvo un gesto que para mí parece ser digno de un héroe, al poner la dirección de una organización en manos de mujeres. Aún hoy vemos la lucha de este género por ser plenamente aceptado como igual que el hombre. Brahma lo vio más lejos, descubriendo el potencial femenino en la transformación del mundo.
Hoy, me dejo llevar por su recuerdo, por la sonrisa sutil que a veces siento de su presencia angélica que tanto me ha ayudado.
Al bajar las escaleras, llegaba a un sitio reservado a charlas, un espacio abierto bastante amplio, lleno de verde y mucha luz. En la pared central, varias fotos me llamaron la atención de inmediato.
En todas las fotos, había un hombre que hacía presencia. Era alto, de cierta edad y con bigote blanco. Su porte era algo distinto a lo que había visto de los hombres adultos a mi alrededor y su traje mostraba que no era brasileño...
Su nombre fue Prajapita Brahma. En los años 30 tuvo una serie de realizaciones que lo llevaría a crear una organización pequeña en un pequeño sitio de la India. Hoy, en forma de una comunidad que existe en más de 110 países del mundo, esta organización recuerda su vida, pues fue en un 18 de enero, en el año 1969, que Brahma partió de este mundo físico dejando atrás un increíble legado.
Lo primero que aprendí de él era como una persona común podía ser diferente. Estamos acostumbrados y aceptamos los famosos santos, pero no nos identificamos con ellos; los apreciamos e incluso los idolatramos, pero no al punto de querer ser como ellos. Lo mismo no pasó con Brahma... Hombre de familia, comerciante, lector de escrituras, divertido y sabio, él inspiró a miles de personas en su momento y sigue inspirando con las historias de su vida.
Además de eso, tuvo un gesto que para mí parece ser digno de un héroe, al poner la dirección de una organización en manos de mujeres. Aún hoy vemos la lucha de este género por ser plenamente aceptado como igual que el hombre. Brahma lo vio más lejos, descubriendo el potencial femenino en la transformación del mundo.
Hoy, me dejo llevar por su recuerdo, por la sonrisa sutil que a veces siento de su presencia angélica que tanto me ha ayudado.
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