Las cuatro dimensiones de la satisfacción personal
Llegamos al final de nuestra serie sobre el ikigai.
En la filosofía japonesa, cada persona tiene un ikigai, que
es la razón de ser o el propósito mayor de su vida, lo cual se experimenta a
partir de la convergencia de cuatro
dimensiones.
La principal consecuencia de esa experiencia es la plenitud,
es decir una satisfacción personal tal que hace que no hay deseos o necesidades
inalcanzables, y los esfuerzos realizados son fructíferos.
Para llegar a este estado, mira que en cada acción o
comportamiento, esté presente una energía increíble, un entusiasmo fantástico
que rompa todos los esquemas. Hay que haber pasión para que haya real satisfacción, pero no la pasión en el
sentido superficial, sino la que actúa como una llama que jamás se extingue.
Mientras la pasión normal viene de impulsos mayoritariamente
externos, por lo tanto no estables y constantes, la pasión que estimula el
despertar de la plenitud viene de lo más profundo del ser, de una fuerte
convicción y una poderosa unión: el ser con uno mismo y con lo que cree como esencial
y fundamental.
¿Cuán apasionad@ te
sientes por la vida hoy?
No basta pasión para que experimentes satisfacción y esta se
vea en tu trabajo, vida social y personal. Necesitas también tener una misión clara, es decir, una línea de
acción enfocada a lograr objetivos específicos y a servir a los demás.
Hay dos tipos básicos de servicio: el que es voluntario, y
por lo tanto altruista, y el que recibe una remuneración, lo cual exploraremos
más adelante en otra dimensión. En términos de misión, comprendamos que ambos tipos
de servicio se equilibran y hacen que el Ikigai sea dinámico, no estático. El
servicio voluntario te permite un crecimiento personal único, haciendo que lo
mejor de tu ser se exprese, es decir, facilitando a que cumplas tu misión en la
vida.
¿De qué formas sirves
el mundo a diario?
Se podría decir que la vocación
complementa el aspecto del servicio, entregándole profundidad tanto al
remunerado como al voluntario. La vocación tiene un impacto positivo en todo lo
que la persona decida y expresa a través de las acciones.
Sencillamente hablando, alguien que hace algo que está
alineado a su vocación sonríe al trabajar, se mantiene calmado ante las
adversidades y sostiene esperanza aún ante las situaciones más duras de la
vida. Todo le dará contentamiento. Hay un reto común contemporáneo que es el de
que tu vocación está escondida detrás de acciones y comportamientos. Si quieres
realmente conocerla, mira las acciones que te son naturales y los
comportamientos auténticos y genuinos que expresas.
¿Quieres descubrir tu
vocación? Contesta: ¿En qué trabajo te desempeñarías si no tuvieras que
trabajar?
Otro elemento fundamental está presente en tu profesión: es mucho más que lo que
haces; es aquello que profesas, lo
que crees y que pudiste convertir en una realidad en tu vida diaria. Además es
tu legado más inmediato a las personas que te rodean y es la oportunidad más
fácil para que des ejemplo de vida.
En los últimos siglos, la profesión fue dejando ser algo
casi sagrado, conectado directamente a la vocación, a ser un mero medio de
subsistencia. El Ikigai apoya a que rescatemos su importancia, pues sin una
profesión clara, el ser no llegará a su satisfacción. El trabajo remunerado
funciona como un motor de motivación, facilitando a que la persona viva en
autoestima en otras áreas de la vida.
¿Qué profesas a cada
día a través de tu trabajo?
¿Te sientes estresado o angustiado en tu trabajo? Tal vez no
tengas pasión suficiente, o quizá lo que haces no está alineado a tu profesión
verdadera, vocación o misión.
¿Estás incómodo con tu situación familiar presente? Mira si
la forma como manejas las situaciones es de acuerdo a tu misión y vocación.
Explora el Ikigai en todas sus dimensiones y mira el éxito
integral que viene a partir de eso…
Comentarios