Viviendo con lobos
Un viejo cuento hablaba que dos lobos luchaban mucho y al preguntar al contador quién ganaría, la respuesta era sencillamente: El que alimentes… Uno de los lobos representaba todo lo que tenemos de malo: la ira, lujuria, envidia, rencor, mal humor, el deseo de comer brócoli (bromeando…). El otro, lo que tenemos de bueno: la calma, el amor, la habilidad de perdonar, el buen humor, etc. Con los años, sin embargo, me di cuenta que las cosas no son tan sencillas así. Si bien hay partes de mí que claramente reconozco que son malas y otras buenas, hay algunas que pueden ser malas en ciertas situaciones, pero me sirven en otras como algo positivo. Lo mismo sirve al revés. Por ejemplo, la ira es mala y no tengo dudas de eso, pero muchas veces esa ira ha protegido mi muy cansado ego… Así que por algunos momentos, la ira me pareció buena y aprecié su compañía. Un ejemplo contrario es el de ser generoso con las personas que a veces aprovechan y te engañan. Vivimos con manadas de