Controlando la ira
Estás muy
bien y feliz con tu vida, estrenando ropa nueva, un celular de mejor calidad
que el anterior y, claro, un nuevo y mejor remunerado trabajo. Mientras sigues
a tu trabajo, pasas por un sitio a tomar café y, voilà, alguien pasa delante de
ti y todo el café se derrama en el suelo y, por la Ley de Murphy, en tu nuevo
traje...
¡No podría
ser peor! No hay tiempo para cambiarte y de forma automática le pega un grito y
provoca una gran confusión en la pequeña cafetería. Consecuentemente, te
retrasas, lo que no deja a tu jefe muy feliz, y terminas el día pensando por
qué te sentías tan feliz al comienzo si ahora te sientes el más miserable de
los seres humanos.
Probablemente
dirás que es el efecto de la ansiedad provocada por el nuevo trabajo. Puede
ser, pero imagina de nuevo la escena - y estoy seguro que ya la imaginaste - sin la ira.
Piensa en
que esa persona, tú, reaccionaste no con ira, sin con buen humor. El tiempo que
dedicaste en la primera versión de la situación a pelear, ahora lo usas para
limpiar lo más posible el traje. Además, estarás más consciente de la necesidad
de llegar a la hora.
La ira te
hace perder el tiempo y la razón. Cuando ella ataca, dejas todo a un lado para
enfocarte en el objeto de tu ira... Dicen que lo único que queda vivo en el fuego
de la ira es el arrepentimiento.
Pero ¿cómo
controlar esa emoción tan humana? ¿Cómo ser capaz de reaccionar cómo debería
ser en vez de como quieres?
Comprendamos
el proceso de la ira...
- Todos tenemos una meta y objetivo. No importa si lo veamos o lo tengamos claro, ahí está. Puede ser un deseo o una visión de futuro, lo importante es que está.
- Esta meta u objetivo normalmente está conectada a nuestro sentido de identidad y de lo que nos hará sentir más felices o amados, más pacíficos o poderosos.
- Cuando surge una barrera en el cumplimiento de este objetivo, la primera reacción es la ira, por eso Ken O'Donnell llama la ira el perro de guardia del ego.
- La intención de la ira es librarse, como sea, de la barrera. Irónicamente, mientras esté activa, la persona se olvida de su propio objetivo...
¿Cómo
entonces podemos manejarla, neutralizarla o conquistarla? Hay varias
estrategias y aquí te presentamos algunas que son importantes:
- Ser como una flor de loto. El loto oriental es usado como símbolo de desapego pues tiene uan estructura peculiar que impide que se ensucie. Tengamos en cuenta que el loto nace en el lodo... Esa estrategia se basa en actitud mental de desapego, algo que se cultiva dentro del ser a través de la reflexión, contemplación, meditación o el yoga. Sin apegos, el ego difícilmente se manifiesta y su perro de guardia queda tranquilamente guardado.
- Crear un estado espiritual. A través de la meditación y del yoga, el individuo desarrolla algo importante que pasa a ser parte de su personalidad. Esa consciencia espiritual habilita que la persona se sienta en este estado el tiempo entero. Cuando surgen situaciones, será más fácil de manejarlas por ese estado que ya está creado.
- El buen humor y muchos amigos. No hay nada que ayude en una situación como la vivida, a neutralizar tu ira que reírse del hecho y hablar con un buen amigo. Eso eleva el espíritu, hace que mires las cosas de forma distintas y te ayuda a sobrellevar de manera fantástica lo que te ha pasado.
- Aprende más, medita más y sirve más. Al hacer esto por un cierto tiempo, de forma constante, conquistarás la ira. Es bueno entender que ella se manifiesta en diversas maneras desde la ira que puede matar a alguien a la simple irritación o el sentido de injusticia. Así que al recibir y reflexionar sobre un conocimiento espiritual, meditar constantemente y metódicamente, y servir a otros, poco a poco sentirás que la ira dejará de ser parte de tu forma de reaccionar.
Las
consecuencias del dominio positivo de la ira, sin represión o negación, son innumerables,
entre ellas la armonía en tu grupo familia y de amigos, una seguridad mayor a
la hora de cumplir objetivos y, definitivamente, ¡muchos más amigos!
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