El poder de la gratitud
Una de las cosas que me reconfortaba cuando era niño era leer y una de mis fuentes favoritas era una revista que solía venir cada mes más o menos a mi tía, pero acaba en mi casa, así que solía leerla primero.
Provenía de una religión japonesa, la Seicho-no-ie, ¡y las
historias eran inspiradoras! Pero un tema siempre estuvo presente: ser
agradecid@.
Confi
eso que con el paso de los años, simplemente me olvidé de eso, hasta hace muchos y muchos años, y desde entonces, comencé a practicar el simple acto de gratitud.
Puede ser un acto consciente, como dar gracias,
sonreír de forma jovial o enviar un mensaje a una persona.
También puede ser inconsciente. Cuando me mudé de São Paulo,
la tierra del por favor y gracias -se lo decimos todo el tiempo a
cualquiera -, me di cuenta de que la gente solía mirarme de manera diferente en
situaciones en las que mi agradecimiento no era realmente claro, como
agradecer a un conductor de bus. Poco a poco, aprendí a expresar la gratitud
que me enseñaron de una manera más sutil a través de un pequeño gesto de la
cabeza o una sonrisa distinta. Bueno, con algunos amigos incluso una broma
puede funcionar como una expresión de gratitud...
La gratitud se convierte en un poder cuando, además del
acto, se siente internamente de una manera profunda, generando una maravillosa
sensación sanadora de que la vida me abrió los brazos a través de esta
persona o situación.
Ese poder puede derrumbar obstáculos, elevar a una persona
para que esté por encima de las malas situaciones e incluso reconstruir puentes
con otros.
Sé agradecido, agradecida.
Sé poderosamente agradecido, agradecida.
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