El pensamiento crítico, sin criticar
Algo que aprendí con la espiritualidad es que TODO ES BUENO. Sí, no importa lo que haya
pasado, esté pasando o vaya a suceder, todo trae beneficio y depende
fuertemente de la actitud y la consciencia con que se recibe las situaciones
externas.
Sin embargo, eso no significa que uno no se dé cuenta de lo
que está malo… En realidad, al aceptar todo lo que está sucediendo, el
individuo puede entonces mirar la realidad de forma más objetiva, dejando que
su inteligencia e intuición entreguen respuestas.
Cuando nos quejamos de algo, rechazamos lo que existe o
tratamos de boicotear la realidad, hay una ola de negatividad en nuestro ser
que no nos deja encontrar soluciones fácilmente. Consecuentemente el contexto no
cambia lo que hace nos quejamos más, rechazamos más y causamos más obstáculos.
Si al contrario abrimos los brazos de forma poderosa,
aceptando lo que está a nuestro alrededor porque somos fuertes lo suficiente
para vivirlo, entonces podemos observar más cuidadosamente y encontrar maneras factibles
de superación.
Para que esto se dé, por un lado desarrollemos una
espiritualidad muy pura y elevada, que hace que la persona se conecte con su
fortaleza interior, lo que hará fácil aceptar. Por otro lado, desarrollemos un
pensamiento crítico y observador, pero sin criticar…
El pensamiento crítico es fundamental en monumentos en que nos
llega tanta información, pues nos permite discernir la verdad y lo que es
relevante, de lo falso y las cosas innecesarias. Más importante aún, nos enfoca
en algo, evitando la dispersión y la consecuente confusión. El problema es que
a veces se vuelve simplemente crítico – opiniones sin acciones, comentarios sin
realizaciones y la energía del pensamiento crítico se pierde tratando de probar
verdades o identificar mentiras, sin actos prácticos.
Con estos dos elementos bien desarrollados, se puede abrazar
la realidad, amándola y queriéndola, con respeto y aprecio, generando una
plataforma donde se construirá el futuro del ser.
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