El Arte de Amar sin sufrir - Amor es puente
Tercera etapa: tienes un rio por cruzar en el
paisaje, ¿cómo lo haces? Utilizas un puente.
El amor debe fluir naturalmente como
en un bebé, que es una muestra de amor. El bebé normal va a sonreír a todo el
mundo sin problemas sin cuestionar: ¿De
qué estrato social eres? Un bebe normal no va a sonreír al más bonito y no
al más feo. Es un amor suelto, natural y “salvaje” - no está domesticado como el
de nosotros, que sonreímos solo a ciertas personas. La sonrisa después de todo es
una hijita del amor…
En algún momento tenemos que
construir puentes por los cuales canalizamos ese amor y esa es la gran diferencia
entre nosotros y el resto de la naturaleza: amar a unos y a otros no. Entendamos
el poder de las relaciones en nuestras vidas.
Todo ser humano es un ser social,
necesitando todas las relaciones posibles: papa, mamá, suegra, hijos, hermanos,
tíos, primos, abuelos, jefes, compañeros, amigos, empleados. Cada relación
tiene un nombre, pero olvidemos las palabras pues lo que cada relación representa
es una función. El tío por ejemplo, tiene una relación específica, sin tanto compromisos
mostrándose como una buena persona, trayendo dulces y haciéndonos nadar en el
rio que los padres no permitirían, equilibrando por lo tanto la educación de
los padres, lo que es necesario para el crecimiento personal.
También se necesita a la abuelita
que cocina y cura la herida del dedo con una galletita; necesitamos del jefe
que es estricto, duro y rígido; necesitamos del vecino que llama a medianoche para
decir que tu perro no para de ladrar. Necesitamos de todas esas relaciones para
crecer y cuando falta alguna relación, el ser humano es como cojo o manco, le
falta algo. ¿Puedes vivir sin tener un brazo? Claro, puedes hacer lo que
quieras en este mundo pero no es lo mismo porque toda la infraestructura está
hecha para personas con dos brazos. Cómo es de difícil la vida para una persona
en una silla de ruedas; si llega a un edificio donde solo hay escalera alguien
la tiene que cargar.
En términos del ser es igual, pues
requiero todas las relaciones. Si no tengo alguna bien desarrollada, puedo
vivir pero crearé puentes incompletos y buscaré que la otra persona lo complete
a través de las expectativas. Si no tengo tío, entonces busco en un colega en
el trabajo a esa persona que no me exige nada, me lleva a lugares donde los
demás no me dejan ir, hace cosas fantásticas, me hace ver lo mejor de mí y me
hace reír; no tengo abuelita, pero tengo esa persona que me da la galletita
cuando estoy mal...
Esos puentes incompletos no permiten
que mi amor transite, pues para eso tengo que crear un puente fuerte, estable y
que no se rompa, aguantando las tormentas de las relaciones y cualquier
tentativa posible de sufrimiento. La relación perfecta e ideal es cuando no
espero nada de esa relación porque todo se vuelve un regalo. Es algo maravilloso
vivir sin expectativas, ya que el amor fluye sin parar por sólidos puentes.
Cuando un puente no es tan firme,
debemos enfrentar esta realidad y hacer algo. Podemos sanar las relaciones de
alguna manera, así como lo hicimos en el perdón.
Sí, a veces tenemos que reconstruir el
puente, lo que significa, por ejemplo, que una madre se dé cuenta de que sus
hijos no son suyos, pues ella es simplemente una guardiana de esos seres
humanos, haciendo referencia a la imagen que usaba Khalil Gibran de que los
padres son el arco y los hijos son las flechas: la flecha no le pertenece al
arco, pero tampoco puede progresar sin él. La madre es necesaria, pero no es
dueña de nadie. Cuando llegamos a una realización como esta, hay sanación y eso
abre campo a que haya reconstrucción.
---
Parte de la serie: EL ARTE DE AMAR SIN SUFRIR
Comentarios