Aprender a volar
Distinto a otros países, en Brasil creemos que Santos Dumont
fue quien inventó el avión… sin discusiones, por favor…
Una de las famosas historias sobre ese inventor era que en
su infancia, mientras jugando con sus compañeritos, cometió un error que cambiaría la historia. El
juego se trataba de identificar seres que volaban – paloma, pato, gallina, etc.
En un cierto momento, le dijeron al pequeño si el hombre volaba, a lo cual él
contestó que sí.
Hoy en día, todos volamos, y mucho, apoyados por alas de
metal y por el increíble ingenio humano. Pero, ¿no habría otras maneras de
volar?
¡Te cuento que hay otras maneras!
Además del cuerpo físico, la mente también puede volar,
alcanzando alturas impensables. Así fue que el avión fue creado, con personas que
permitieron a su mente volar más allá de la gravedad de las circunstancias y el
limitante entorno.
Cada vez que medito, experimento volar muy alto, la dulce
sensación de ser más leve que el aire. Mis situaciones quedan allá abajo y las
miro desde otra perspectiva. Al volar usando las alas de la meditación,
convierto problemas que son tan grandes como una montaña en pequeñas piedritas
en el camino.
Volar no es escapismo, y no funciona huir de las
situaciones. Volar es una forma de ampliar la visión, comprender las
circunstancias y encontrar soluciones.
¿Ya estás list@ para volar?
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