Solo sé que nada sé…


Hay una ironía en esta frase: por un lado, expresa la humildad del que habla, lo que es bonito e inspirador.

Por otro lado, hace un tiempo cuando utilicé esta frase, inmediatamente me tocó algo: ¿cómo así que no sé nada? No es verdad: sé mucho de informática, de idiomas, del mundo, de empresas, de liderazgo, de trabajo en equipo, de espiritualidad, de meditación, de gente, de… ¡tantas cosas!

Desde ese momento, empecé en realidad a sentir la fortuna de saber tanto, de que la vida me haya dado oportunidades inestimables de conocer el mundo y tener tantos maestros y profesores, como tú por ejemplo.

Si tomas la frase por su sabiduría, sin embargo, significa algo del cual debo siempre ser cuidadoso: aunque sé mucho, es posible que mi conocimiento no sea útil en algún momento. Me pasó con el tema de la informática, un área que dominé por muchos años y abandoné hace unos 20 años y en la cual soy hoy en día ignorante. En realidad, pasa a diario, pues el conocimiento no es algo rígido y concreto, es más líquido y fluido, a veces cambiando de contenido, a veces de textura, otras veces de uso y en otros momentos de impacto.

Humilde sugerencia: Repensemos este ítem de nuestro almacén de sabiduría…

Solo sé que MUCHO SÉ y estoy abiert@ a retroalimentar mi conocimiento cuando sea necesario.


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