Tus especialidades, el gran tesoro que tienes


Seguimos con el ikigai.

¿Ya tuviste una experiencia EXCELENTE como cliente? No estoy hablando de haber encontrado el precio perfecto, condiciones ideales o un lindo premio… Estoy hablando de esas experiencias cuando entras en un supermercado y sientes que importas a los que trabajan ahí.

Hace algunos años, vi una escena memorable. Más memorable aún fue porque la razón por detrás de ese excelente ejemplo de servicio al cliente fue un mal funcionamiento de su sistema, algo que hizo que el vuelo se retrasara dos horas.

La paciencia de los funcionarios de la aerolínea, las eternas explicaciones y el profundo respeto son algo que no se puede olvidar, porque no se aprende en una universidad…

En realidad, trabajas mejor cuando tu pasión se une a tu trabajo. En otras palabras, trabajas con pasión.

Es la pasión que ameniza el cansancio y la irritación con los clientes y entrega fuerza para seguir adelante. Una milla más… una persona más…

Pero una pasión suelta, sin una profesión que la canalice, no funcionará positivamente. Por eso, para que el Ikigai funcione necesitas reconocer algo importante en ti: tus especialidades.

La especialidad es una energía especial que todo ser humano tiene. Algunos la llaman vocación, pero es más que eso; es una serie de cualidades o talentos que son naturales en el individuo. Puede ser que toques fácilmente un instrumento musical, seas muy bueno para leer discursos o excelente en la cocina; además, puedes ser valiente, pacífico o un gran líder. Cuando sabes qué especialidades son las tuyas, es fácil comprender lo que realmente y perdidamente amas, tu pasión.

Entonces, es solo ver como lo que trabajas, el entorno en el que trabajas y lo que haces ahí pueden ser enriquecidos por esas especialidades. De esta manera, todos que entren en contacto contigo tendrán una excelente experiencia.


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