El reconocimiento de la obra en que vivimos
Shakespeare dijo que somos todos actores y el mundo es un gran escenario...
En tal caso, caben 3 preguntas básicas que cada uno de nosotros debe hacerse de vez en cuando. De estas, muchas otras preguntas despliegan y nos ayudan a comprender la obra en que vivimos.
La primera es: ¿reconozco mi propio papel?
Actores en una obra deben conocer de antemano su papel. Eso permite que su desempeño sea óptimo, además tienen la única oportunidad de ensayar su habla y gestos. Sin embargo, en obras modernas, es posible que los actores vayan a improvisar... Ese es nuestro caso.
¿Qué tenemos entonces que saber para improvisar la vida sin descuidarla? Básicamente tres cosas:
La segunda pregunta básica es: ¿reconozco los papeles de los demás?
Un actor no solo recibe su parte de la obra, también sabe qué harán los demás actores. Aunque otro actor, a través de su personaje, le de mucha tristeza, un buen actor internamente no sentirá eso. No es imposible que al final de la obra, salga a tomar un café con la misma persona que le causó tantos problemas en la obra.
¿Cómo tener esta conexión con los demás, de forma que el ser no se afecte por lo que hagan ellos? Tres cosas que pueden ayudar:
La última pregunta es: ¿quién creó esa obra y quien la dirige?
Buscado por muchos y encontrados por pocos, Dios tiene un rol singular en toda la obra. Como su Creador y Director, su relación con este escenario y los actores es eterna, pero al mismo tiempo no es un director tradicional... Está atento a lo que pasa y entrega la fuerza y l
a dirección necesaria para que la obra funcione, pero Dios confía en la perfección de todo lo que sucede. Cuando un actor se conecta con ese fabuloso Director, siente su presencia, entusiasmo y confort, mejorando su desempeño e influyendo en el ejercicio de los demás.
¿De qué forma se puede mantener esta conexión lo máximo posible? Responde 3 cosas:
Tus respuestas te ayudarán a recibir el gran premio que la vida entrega a los mejores actores, un premio que toca nuestra mente y corazón.
En tal caso, caben 3 preguntas básicas que cada uno de nosotros debe hacerse de vez en cuando. De estas, muchas otras preguntas despliegan y nos ayudan a comprender la obra en que vivimos.
La primera es: ¿reconozco mi propio papel?
Actores en una obra deben conocer de antemano su papel. Eso permite que su desempeño sea óptimo, además tienen la única oportunidad de ensayar su habla y gestos. Sin embargo, en obras modernas, es posible que los actores vayan a improvisar... Ese es nuestro caso.
¿Qué tenemos entonces que saber para improvisar la vida sin descuidarla? Básicamente tres cosas:
- ¿Qué deseo de mi vida?
- ¿Qué puedo contribuir a la vida de los demás?
- ¿Cómo mantenerme en un camino que me permita obtener lo máximo para mí y entregar lo mejor a los demás?
La segunda pregunta básica es: ¿reconozco los papeles de los demás?
Un actor no solo recibe su parte de la obra, también sabe qué harán los demás actores. Aunque otro actor, a través de su personaje, le de mucha tristeza, un buen actor internamente no sentirá eso. No es imposible que al final de la obra, salga a tomar un café con la misma persona que le causó tantos problemas en la obra.
¿Cómo tener esta conexión con los demás, de forma que el ser no se afecte por lo que hagan ellos? Tres cosas que pueden ayudar:
- ¿Cuán profundo es mi amor hacia los demás?
- ¿De qué manera puedo entregarle algo a esa persona de forma que ella esté feliz, en paz y amor?
- ¿Cómo puedo ver el actor por detrás del personaje?
La última pregunta es: ¿quién creó esa obra y quien la dirige?
Buscado por muchos y encontrados por pocos, Dios tiene un rol singular en toda la obra. Como su Creador y Director, su relación con este escenario y los actores es eterna, pero al mismo tiempo no es un director tradicional... Está atento a lo que pasa y entrega la fuerza y l
a dirección necesaria para que la obra funcione, pero Dios confía en la perfección de todo lo que sucede. Cuando un actor se conecta con ese fabuloso Director, siente su presencia, entusiasmo y confort, mejorando su desempeño e influyendo en el ejercicio de los demás.
¿De qué forma se puede mantener esta conexión lo máximo posible? Responde 3 cosas:
- ¿Cuánto quiero que Dios esté presente en mi vida?
- ¿En qué medida aceptaré los toques que me dé, sabiendo que cambiarán mi manera de vivir?
- ¿Qué puedo entregarle a cambio de esta relación?
Tus respuestas te ayudarán a recibir el gran premio que la vida entrega a los mejores actores, un premio que toca nuestra mente y corazón.
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