La diferencia entre la vida y los planes
En una cultura de productividad, los planes son enfatizados con el medio fácil para salir de una situación y entrar en otra. Expresados en metas, objetivos y una visión de futuro, o simplemente una hoja con pasos 1-2-3, ellos le dan seguridad a millones de personas en el mundo que desean mejorar y prosperar.
Sin embargo, los planes y la vida no siempre están alineados. Muchas veces, lo que planeamos no sucede. Algunas veces ocurre exactamente lo opuesto y necesitamos adaptarnos a la realidad del caso. Hace un tiempo leí un artículo en inglés muy poderoso, escrito por una típica persona yo lo planeo toda y contaba su experiencia de tener que adaptarse a una realidad totalmente distinta. Más que la expresión de una tragedia doméstica, ella mostraba los beneficios y el aprendizaje.
En un trecho de este artículo, su familia para en un restaurante para comer algo. Están en medio de un viaje extremadamente cansador, al cual no estaban preparados ni tenían la voluntad de hacerlo. La mesera, inconsciente de su situación, les pregunta si son de esa región, lo que provoca la autora a contar, de forma resumida todo lo que había pasado: tres días esperando un vuelo que finalmente no sucedió, la decisión de viajar en medio de la nieve, los niños, etc. Al cabo de la comida, ya preparándose para seguir el viaje, pidieron la cuenta solo para descubrir que una pareja, dos individuos completamente desconocidos por ella y su marido, habían pagado la cuenta. Ese acto de generosidad impulsiva y natural le tocó el corazón y se convirtió en un punto fundamental de su viaje.
Y es en eso que estamos: en un gran viaje. Todo puede pasar. Hacemos planes porque son buenos e importantes, ellos ayudan a que enfoquemos nuestra energía que de lo contrario se dispersaría, pero siempre debemos estar listos para lo inevitable, lo improvisado, y simplemente disfrutar todo lo que viene con eso. Al final de su artículo, cuando su suegro preguntó cómo les había ido con el viaje, ella simplemente dijo It was great. (Fue grandioso.)
Sin embargo, los planes y la vida no siempre están alineados. Muchas veces, lo que planeamos no sucede. Algunas veces ocurre exactamente lo opuesto y necesitamos adaptarnos a la realidad del caso. Hace un tiempo leí un artículo en inglés muy poderoso, escrito por una típica persona yo lo planeo toda y contaba su experiencia de tener que adaptarse a una realidad totalmente distinta. Más que la expresión de una tragedia doméstica, ella mostraba los beneficios y el aprendizaje.
En un trecho de este artículo, su familia para en un restaurante para comer algo. Están en medio de un viaje extremadamente cansador, al cual no estaban preparados ni tenían la voluntad de hacerlo. La mesera, inconsciente de su situación, les pregunta si son de esa región, lo que provoca la autora a contar, de forma resumida todo lo que había pasado: tres días esperando un vuelo que finalmente no sucedió, la decisión de viajar en medio de la nieve, los niños, etc. Al cabo de la comida, ya preparándose para seguir el viaje, pidieron la cuenta solo para descubrir que una pareja, dos individuos completamente desconocidos por ella y su marido, habían pagado la cuenta. Ese acto de generosidad impulsiva y natural le tocó el corazón y se convirtió en un punto fundamental de su viaje.
Y es en eso que estamos: en un gran viaje. Todo puede pasar. Hacemos planes porque son buenos e importantes, ellos ayudan a que enfoquemos nuestra energía que de lo contrario se dispersaría, pero siempre debemos estar listos para lo inevitable, lo improvisado, y simplemente disfrutar todo lo que viene con eso. Al final de su artículo, cuando su suegro preguntó cómo les había ido con el viaje, ella simplemente dijo It was great. (Fue grandioso.)
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