Un "cuenco tibetano" humano

Me llegó recientemente un nuevo juguete: un cuenco tibetano. Tras un poco de trabajo, con la ayuda de videos en YouTube, ya fui capaz de hacer lo que la mayor parte de las personas les gusta hacer: que "cante". Si nunca has oído uno, mira el video que acompaña este post...

Es increíblemente fácil y de alguna forma agradable, pero puede también ser molesto. Me hizo pensar en seres humanos. Si una pieza como esa puede hacer un sonido que es casi eterno y similar al OM, ¿por qué nosotros no?

De hecho, somos todos "cuencos tibetanos"... Cuando una situación surge, nos toca y continuamos "cantándola", viviéndola y reviviéndola. Contamos a todos lo que pasó a nosotros, influimos sobre otros y el ambiente donde vivimos.

A veces ese efecto es positivo. Por ejemplo, cuando hayas tenido una fantástica realización, es bueno ir y contarles a todos sobre eso. Es importante mostrar a los demás, de forma que puedan también seguir tu ejemplo.

Pero otras veces... Si tuviste una mala experiencia con alguien, tiendes a hablar sobre esa persona a todos los demás, tratando de hacer que sus mentes sientan lo que mismo que tú.

Todo depende del maestro del "cuenco tibetano", en este caso, tú mismo. Eres el que tiene que qué estás haciendo y controlar el efecto que creas en los demás.

Nuestra sociedad es una gran red, todo que alguien hace impacta en otra persona, en otras cosas, y sigue impactando, como el canto del "cuenco tibetano". No podemos evitarlo, pero sí lo que podemos hacer es verificar la calidad de ese impacto de manera que el sonido de tantos "cuencos tibetanos" vivos pueda sanar el mundo entero.

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