La prosperidad de una nación
Como seres humanos, somos seres sociales. Así como la familia es la célula básica de cualquier sociedad, la nación suele ser el cuerpo máximo de esta. Pero, no olvidemos el átomo que compone la nación y la familia: el individuo. Y la realidad es que la prosperidad de una nación depende de la experiencia de prosperidad de las personas.
Prosperidad es un importante factor de estabilización humana. Para los que hemos experimentado momentos, días, meses o años de carencia, es claro cómo esto afecta no solamente la sensación financiera de posesiones y el hecho de que no podrás cambiar tu celular que ya no funciona... afecta también la autoestima, la salud, las relaciones e incluso el progreso espiritual. En mi experiencia de décadas trabajando la espiritualidad en América Latina he observado como al tener la percepción de su prosperidad personal, la persona puede superar muchos obstáculos; y, al contrario, al pensar en sí mismo como alguien que no es próspero, los obstáculos parecen aumentar.
Prosperidad no significa riqueza, sino la falta de carencia. He conocido gente sin mucha riqueza y que por reconocer su prosperidad, fácilmente supera toda clase de situación y vive en felicidad. He conocido también personas con mucha riqueza, pero sin la plena realización de su prosperidad, lo que conlleva a atraer obstáculos que normalmente no deberían venir en sus caminos.
La clave para reconocer a alguien próspero es su capacidad de donar. El dar no está relacionado al cuánto sino a la actitud y consciencia de la persona. En realidad, la pobreza solo existe cuando hay ya sea total carencia o comparaciones con otras personas. En una organización como la que trabajo donde todo funciona de acuerdo a las donaciones recibidas, es visible como aquellos que tienen mucho dinero no siempre donan - y cuando lo hacen, no son grandes cantidades. Los que tienen poco dinero suelen ser los que dan más constantemente, y más en cantidad, proporcional a lo que ganan.
Más importante que desarrollar un país y buscar que haya más dinero circulando o más riqueza en manos de todos, es ayudar a desarrollar la percepción de prosperidad individual. Si cada persona se ve a sí mismo como un ser próspero, esta puede manejar mejor los recursos que tenga, aunque sean pocos, pues el deseo que es fruto de la codicia deja de existir y es remplazado por una sensación de satisfacción. Además, la inquietud negativa donde la persona se estresa por cualquier cosa es sustituida por una experiencia de tranquilidad y certeza en el futuro.
¿Imposible? Bután es un pequeño país que sigue por este camino. Económicamente es pobre; en términos de prosperidad, es rico. Después de todo, la felicidad es uno de los componentes para medir su desarrollo... Su prosperidad está relacionada a la prosperidad de cada ciudadano.
La gran ventaja de este enfoque es el poder que tú tienes en este proceso. Cuando pensamos en la riqueza de una nación, es difícil a la mayoría de nosotros ver cómo podemos contribuir realmente. Pero al enfocarnos en la prosperidad personal, cuando llegamos al punto de experimentarnos como personas prósperas, es fácil impactar a otros, creando una reacción en cadena que un día, puede llevar a tu nación a considerarse próspera.
Prosperidad es un importante factor de estabilización humana. Para los que hemos experimentado momentos, días, meses o años de carencia, es claro cómo esto afecta no solamente la sensación financiera de posesiones y el hecho de que no podrás cambiar tu celular que ya no funciona... afecta también la autoestima, la salud, las relaciones e incluso el progreso espiritual. En mi experiencia de décadas trabajando la espiritualidad en América Latina he observado como al tener la percepción de su prosperidad personal, la persona puede superar muchos obstáculos; y, al contrario, al pensar en sí mismo como alguien que no es próspero, los obstáculos parecen aumentar.
Prosperidad no significa riqueza, sino la falta de carencia. He conocido gente sin mucha riqueza y que por reconocer su prosperidad, fácilmente supera toda clase de situación y vive en felicidad. He conocido también personas con mucha riqueza, pero sin la plena realización de su prosperidad, lo que conlleva a atraer obstáculos que normalmente no deberían venir en sus caminos.
La clave para reconocer a alguien próspero es su capacidad de donar. El dar no está relacionado al cuánto sino a la actitud y consciencia de la persona. En realidad, la pobreza solo existe cuando hay ya sea total carencia o comparaciones con otras personas. En una organización como la que trabajo donde todo funciona de acuerdo a las donaciones recibidas, es visible como aquellos que tienen mucho dinero no siempre donan - y cuando lo hacen, no son grandes cantidades. Los que tienen poco dinero suelen ser los que dan más constantemente, y más en cantidad, proporcional a lo que ganan.
Más importante que desarrollar un país y buscar que haya más dinero circulando o más riqueza en manos de todos, es ayudar a desarrollar la percepción de prosperidad individual. Si cada persona se ve a sí mismo como un ser próspero, esta puede manejar mejor los recursos que tenga, aunque sean pocos, pues el deseo que es fruto de la codicia deja de existir y es remplazado por una sensación de satisfacción. Además, la inquietud negativa donde la persona se estresa por cualquier cosa es sustituida por una experiencia de tranquilidad y certeza en el futuro.
¿Imposible? Bután es un pequeño país que sigue por este camino. Económicamente es pobre; en términos de prosperidad, es rico. Después de todo, la felicidad es uno de los componentes para medir su desarrollo... Su prosperidad está relacionada a la prosperidad de cada ciudadano.
La gran ventaja de este enfoque es el poder que tú tienes en este proceso. Cuando pensamos en la riqueza de una nación, es difícil a la mayoría de nosotros ver cómo podemos contribuir realmente. Pero al enfocarnos en la prosperidad personal, cuando llegamos al punto de experimentarnos como personas prósperas, es fácil impactar a otros, creando una reacción en cadena que un día, puede llevar a tu nación a considerarse próspera.
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