Siendo líder de ti mismo

Uno de mis proyectos es un libro sobre relaciones saludables. Aunque hablo de relaciones en general, al terminar de escribirlo, me di cuenta que las relaciones más poderosas realmente son las de amistad. La amistad brinda a una persona el espacio seguro para crecer en todo aspecto humano que esto implica: aprender, fallar, reaprender, probar de nuevo, fallar nuevamente, volver a tratar, ¡lograr!, perder, olvidar, conquistar, mejorar... Padres y madres han tenido tradicionalmente la tarea de ir ayudando a sus hijos en ese proceso a partir de alentarlos o corregirlos, amarlos profundamente o negarles algo para que aprendan. Parejas han tenido el papel de dar soporte e intimidad a alguien más, un espacio seguro para desahogarse y discutir nuevas posibilidades. Los hijos le dan a una persona una brújula que la empuja a cumplir metas aparentemente imposibles. Jefes fuerza a la persona a superarse y cumplir con efectividad su rol. Pero son los amigos que brindan al ser un momento

Nací en plena época de la dictadura brasileña. Un efecto interesante es que eso quitó mi “vena política”. Sí, hubo momentos en que traté de encontrar una ideología, pero el efecto de una sociedad muda por un largo tiempo me hizo ver las cosas de otra manera. Creo que política es algo tan actualizado como lavar platos con cenizas… En realidad, lo que todos realmente buscan no es un partido u otro, esta o aquella ideología. Lo que todos queremos de nuestros líderes es una nueva política basada en aspectos muy fáciles: Don de administración. El deseo por política ha sido remplazado por el deseo de que las cosas sean bien administradas, con menos gastos y mejor calidad, brindando a todos lo mejor posible. Coherencia. Que lo que prometan, cumplan y si no van a cumplir, no prometan. Que lo que son realmente se vea en sus actos cotidianos. Valor a los valores. Todos queremos que nuestros líderes valoren lo que es realmente caro para nosotros, aquello que tanto queremos prese

Comunicarse del corazón no es sencillo. A veces, puedes caer en lo romántico, incluso ser melodramático: te concentrarás en tragedias y problemas, o tal vez en lo peor de tu vida. Quizá en sueños que nunca lograste o planes que fueron archivados hace muchos y muchos años. ¿Y si te comunicas del corazón de otra manera? ¿Y si expresas la felicidad increíble que sientes en ver a esta persona? Tal vez puedas expresar el orgullo que experimentas porque un compañero tuyo logró concluir un difícil proyecto, y el sentimiento de alegría máximo porque te das cuenta que tu hija o hijo te superaron en la vida… ¿Por qué no celebrar el nacer de un nuevo día respirando el fresco aire de la mañana? Será muy útil si olvidas un poco las recomendaciones de tu salud y tomas un poco más de sol, o un poco más de lluvia. Abraza aquel extraño que parece tan triste y saluda a esta persona que está tan seria. Cuenta un chiste que anime a los demás y ofrece una sonrisa para aquel que necesita tu

Creo que me puedo definir como alguien que fue materialista. En algún momento dejé la idea de la existencia de Dios a un lado (aunque nunca dejé de creer totalmente, me desilusioné un poco) y me entregué a aspectos más científicos y prácticos de la vida. Irónicamente, fue eso que me ayudó a aceptar la espiritualidad de forma plena. Tuve suerte, tal vez, de encontrarme con una organización que no enfatiza los rituales o aspectos más esotéricos, dedicándose a dar conocimiento y experiencia. Eso tocó mi cabeza y, poco a poco, mi corazón. La experiencia de la meditación, de personas que te sonríen solo por sonreír y de la posibilidad de un servicio especial a la humanidad me cautivó. Más tarde, con las experiencias fantásticas de yoga, corroboré mi propia experiencia de espiritualidad. Pero hay muchos que durante mucho tiempo no veían mi espiritualidad, y creo que hay algunos que aún dudan de eso. ¿Por qué? Humildemente, reconozco que falta mucho en mi proceso de autotransformación pa

Otro día, tuve la oportunidad de conducir un juego con un grupo de voluntarios. Aunque no era una competencia, al decir que todos debían acumular el máximo de puntos automáticamente disparó el espíritu de competir (olvidando un poco el voluntariado del presente momento...). Fue ahí que algo muy simpático, o gracioso, ocurrió. Sucede que las fichas tenían un valor en ellas, siendo las verdes las más valiosas. Ni siquiera había puesto atención, pero las personas sí se dieron cuenta. El ejercicio era sencillo: todos se dividieron en pares y cada uno recibió 5 fichas de colores (como había 4 colores, una ficha estaba repetida en color). Tenían entonces un tiempo para negociar con otros grupos, intercambiando sus fichas pues ningún grupo podría quedarse con menos o más que 5 fichas. El caos que se armó me mostró que algo más estaba pasando, porque en las reglas la acumulación se daba por MEZCLAS DE COLORES, no por los valores de las fichas. Más tarde, comentaron que "solo querían