Optimismo, realismo y...
Hace muchos años, el único tipo de polarización que conocía tenía
que ver con si alguien era optimista o pesimista. A lo sumo, daba lugar a
debates ligeros sobre el tiempo, un partido de fútbol o la última propuesta
económica.
Ahora, entiendo que esos fueron días dorados, muy alejados de las
divisiones profundas y a menudo amargas que vemos en el polarizado mundo de
hoy.
Pero volvamos a esos rasgos de personalidad. Y sí, creo que son
parte de lo que somos.
Si bien algunas personas son naturalmente más optimistas o más
pesimistas, la mayoría de nosotros tenemos ambas tendencias. Una mujer
profundamente optimista todavía puede sentir cuándo está en riesgo de perder su
trabajo y tomar medidas para buscar algo nuevo. Un hombre pesimista todavía
tiene esperanzas de que su hijo o hija enfermo se recupere.
La clave, para alguien con una inclinación pesimista, es alimentar
su optimista interior. El pesimismo, si no se controla, puede llevar a
perder oportunidades simplemente porque uno no se atrevió. Cultivar un poco más
de optimismo puede hacer que el camino a seguir se sienta posible, incluso
emocionante.
Pero, ¿qué pasa con los que son demasiado optimistas? He conocido
a personas tan animadas por la positividad que parecían inmunes a los
contratiempos, hasta que una caída dura les trajo conmoción, decepción y, a
veces, una profunda desilusión. Sin embargo, no me parece correcto sugerir que
se vuelvan más pesimistas... ¿O sí?
No, hay una alternativa mejor.
Como capricorniano, siempre he conocido la fuerza del realismo.
Antes de que comenzara mi viaje de crecimiento personal, el realismo era mi
postura predeterminada. A veces, lo reconozco, me volvía un joven bastante
pesimista. Pero así que entré en un camino espiritual, el realismo se convirtió
en algo diferente: una fuerza de conexión a tierra que equilibraba el optimismo
natural que surgía a través del trabajo interior.
Por lo tanto, la respuesta no es elegir entre el optimismo o el
pesimismo, sino abrazar un realismo que sea a la vez lúcido y compasivo. Un
realismo que permite a un optimista soñar y tomar riesgos, al mismo tiempo que
ayuda a mantenerse anclado cuando llegan las tormentas. En un mundo que nos
empuja hacia los extremos, cultivar este camino de centro podría ser una de las
cosas más radicales.
Comentarios