La economía de los pensamientos
Demasiadas personas están preocupadas por la Economía en estos
días, pero ¿qué pasa con la economía de los pensamientos?
Los pensamientos son responsables del éxito y el fracaso, del amor
y el odio, de las buenas y malas experiencias. También son responsables de las
emociones y sentimientos, de superar barreras o de evitarlas.
Son la esencia de nuestras vidas y aquí hay 3 preguntas que te
ayudarán a comprender y sacar más provecho del poder de tus pensamientos.
¿Cuánto
estás ahorrando y cuánto estás desperdiciando?
Ahorrar
pensamientos significa pensar lo que se necesita en el momento adecuado. Los
pensamientos son una poderosa herramienta para superar situaciones o para tomar
decisiones, entre otras cosas, pero si no piensas en lo que es necesario y en
el momento correcto, no van a aportar.
Por ejemplo, si tienes un problema, ¿sigues pensando en el
problema una y otra vez, o te tomas un tiempo y reflexiona sobre tu propio
poder, aumenta tu autoestima? En el primer caso, solo estás desperdiciando
pensamientos, pero en el segundo te estás dando una oportunidad, es decir, los
estás ahorrando.
¿Cuál es
la calidad de tus pensamientos y cómo crea un impacto en tu vida?
Según la calidad de tus pensamientos, así será la calidad de tus
palabras y acciones, o al menos será un factor fundamental.
Digamos que tienes que preparar una presentación para un cliente,
pero tus pensamientos no están en ella… pueden estar en tu casa cuando tu hij@
está enferm@ o incluso en el próximo partido de fútbol.
Por supuesto, eso no interferirá con la presentación, en
particular con los datos o los argumentos de venta que ya fueron ensayados,
pero influirá en la forma en que
presentes. Si tu competencia está totalmente enfocada y ofrece los mismos datos
(y precio), su enfoque será más que una razón para que el cliente los prefiera
a ellos en vez de a ti.
Tu comercio de pensamientos, ¿cómo va?
Cuando piensas en los demás y ellos piensan en ti, hay… un
intercambio de energía y vibraciones. Eso es como un comercio sutil e invisible
que todos hacemos.
Imagina una escena en la que estás tratando de venderle algo a una
persona y un colega está sentado a tu lado, mirando… entonces, sientes una vibración, algo en esa persona que dice
que no va a funcionar.
Automáticamente, tu autoestima se va al suelo, es posible que tartamudees un
poco y al final, te vas sin una venta.
OK, suena un poco dramático, pero estoy seguro de que todos
pasaron por una situación similar en la que el comercio de pensamientos entre otra persona y tú fue tóxico y
afectó tu desempeño.
En el lado positivo, sucede lo mismo cuando tu colega te sonríe
alentándote y logras llegar a un acuerdo de venta.
Es posible que no veas los pensamientos, pero su reflejo (una
sonrisa, los ojos, las manos) son muy claros y muestran cómo va el comercio.
Al trabajar en la Economía de los pensamientos, podrás ver una diferencia
en tu vida.
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