Errores, equivocaciones, ¿algo bueno?
¿Qué hacer cuando cometemos un error?
En la vieja cultura, luchábamos contra los errores y
condenábamos a todos los que los cometían como pecadores... Después de
todo, deberíamos ser perfectos, ¿verdad? En cierto nivel, funcionó, ya que la
gente hizo todo lo posible para evitar errores; por otro lado, creó un lado
falso de nuestra sociedad, con mucha gente ocultando sus errores.
Nuestra nueva cultura actual es diferente. Una caricatura
interesante que circula muestra a dos padres en el pasado quejándose con su
hijo sobre sus notas; en la actualidad, se quejaban A LA MAESTRA de lo mismo...
Intentamos tanto evitar errores, que empezamos a pensar que no cometemos
errores.
No hace mucho se envió una historia a través de Internet,
sobre una persona de una nueva generación. Cometió un error en el texto que
escribió y su jefa se lo explicó. ¡Vaya! La joven empleada no pudo aceptar y lo
dejó muy claro, no solo en su oficina, sino que incluso llamó a su madre,
quien, al parecer, apoyó a su hija perfecta.
Pero no es culpa de la joven ni de su madre, es el contexto
que hemos creado a lo largo de los años, pretendiendo que errores nunca
ocurren, o si suceden, es porque éramos malas personas. Gente muy mala.
Tal vez deberíamos visitar ese tema y repensarlo. Los
errores no son buenos, pues pueden dañar las relaciones, arruinar las carreras
y muchas otras malas consecuencias, y sin embargo, ¡es una de las mejores
maneras de aprender! De hecho, no es realista esperar la perfección a la
primera vez...
Los errores pueden ser nuestros profesores, si les
permitimos, en lugar de convertirnos en pecadores u horribles personas.
Pueden ser la palanca que necesitamos para nuestra
transformación.
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