La puerta de la muerte
Un joven ministro comenzó a asistir a su exótico rey, quien
solía citar frases sabias y hacer todo lo posible para gobernar el reino en una
manera... ¡divertida!
Una de las cosas que solía hacer el rey estaba relacionada
con la ejecución de prisioneros, evento al que el joven tuvo que asistir con
pesar. Siempre era lo mismo...
- Has sido condenado por tus actos atroces contra el reino.
- solía comenzar el rey. Después de algunas deliberaciones, terminaba su
interferencia con esto:
- Ahora, si eres valiente, REALMENTE valiente... Mi reino
necesita gente MUY CORAJUDA y estoy dispuesto a perdonarte... - el rey esperaba la sonrisa del prisionero y
cerraba así su discurso, acercándose a una sencilla puerta en un rincón - ...
si cruzas esta puerta. ¡Esta puerta lleva a una persona al lugar más horrible
de mi reino, un lugar al que ni siquiera los mejores hombres de mi ejército se
atreverían a ir! Esta puerta nos mantiene a salvo de un monstruo que nadie ha
podido derrotar. - esta vez el rey esperaría a que la sonrisa se desvanezca. - Ahora,
mis hombres te liberarán y si quieres puedes cruzar esa puerta, o serás
ejecutado.
TODOS LOS PRISIONEROS preferían morir antes que cruzar la
puerta.
Un día, encontró al rey de buen humor y decidió que era
seguro hacerle la gran pregunta
- Su Majestad, me gustaría hacerle una pregunta que me ha
estado persiguiendo desde que me convertí en su servidor.
- Por supuesto, puedes hacer la pregunta.
Después de una breve vacilación, temiendo por su propia
vida, el joven preguntó:
- ¿Qué hay detrás de la puerta?
El rey mostró una sonrisa enigmática y comenzó a caminar muy
rápido, seguido por el joven ministro que pronto se dio cuenta de hacia dónde
se dirigían: al campo de ejecución.
Ahora, el joven estaba casi llorando por el temor de que el
rey lo arrojara por la puerta maldita, pero pudo mantener cierta calma; ambos llegaron
por fin delante de la puerta.
- ¡Ábrela! - ordenó el rey. El joven ministro abrió la
puerta con bastante torpeza y...
... ¡y estaba asombrado! Era un pedazo de selva
extremadamente hermoso allí. Pudo identificar algunas flores y árboles, y
ninguna señal del monstruo.
Cuando volvió a mirar al rey, definitivamente estaba
sonriendo.
- ¿Dónde está el monstruo, Su Majestad?
El rey susurró algo en voz baja, miró a los ojos ansiosos de
su nuevo ministro y dijo sin una sonrisa: - El monstruo más horrible de todos
no vive en esa jungla, sino en los corazones y las mentes de las personas. Se
llama MIEDO... Si los prisioneros no mantuvieran a ese monstruo dentro de sí
mismos, se atreverían a cruzar la puerta y, como prometí, volverían a ser
libres. Pero ese monstruo los mata antes que nuestros verdugos. ¡Ten cuidado,
ministro, y no alimentes a tu propio monstruo! Más bien, confía en ti mismo y
el miedo eventualmente morirá.
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