Explorando mi propia resiliencia

RESILIENCIA: la planta nace y crece, sin romper la roca

Cuando cambios suceden, resistimos. Es tan natural que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta. Entonces, la ley del cambio actúa de forma casi inmediata y la resistencia tuya termina dándole más fuerza al cambio. Irónicamente, resistimos aún más, el cambio aumenta su fuerza y así sigue el proceso, hasta que eventualmente paramos de resistir y aceptamos el cambio (muchas veces por las malas).

Una alternativa es no resistir al cambio… lo que se puede hacer de dos formas: sumisión o resiliencia. Prefiero la segunda.

Resiliencia es la resistencia que viene desde adentro. En otras palabras, resistimos no por qué no queremos el cambio, sino con nuestra propia fuerza no nos dejamos afectar por él, al menos no negativamente.

Es mágico – así que te resistes a algo, el cambio aumenta; así que aumentas tu resiliencia, el cambio disminuye. Es decir, el efecto del cambio.

¿Cómo trabajar esa resiliencia, potencializándola o aumentándola?

  1. Conocimiento – aumenta tu capacidad de comprender el contexto actual y futuro. No todo conocimiento sirve a todos, busca uno con el cual te sintonices.
  2. Reflexión – meditación, contemplación o reflexión ayuda a aumentar la resiliencia, porque la persona entra en contacto con lo más profundo de sí misma. Como hay varias técnicas, el mismo consejo, busca algo con lo cual te sintonices.
  3. Servicio – entregar a otros aumenta tu capacidad de resistir desde adentro. Sirve de voluntario, sonríe a alguien que esté pasando por malos momentos o usa tus talentos para mejorar la vida de otros.
  4. Aprendizaje – nunca pares de aprender. El momento que sientes que ya lo sabes todo, tu resiliencia deja de actuar y la resistencia aumenta.

Así que si estás pasando por un cambio difícil, conoce más sobre él, medita o reflexiona, sirve a otros con lo mejor de ti y aprende constantemente de este cambio.

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