Sobre ángeles y demonios
Cuando
recién empezaba mi camino espiritual, una persona dijo que "si quieres ver
a un ángel, mira el espejo en tus momentos mejor; si quieres ver a un demonio,
mira el mismo espejo en tus peores momentos."
Podríamos
decir que todo ser humano tiene una fuerza angélica y una demoníaca
internamente. O simplemente, una fuerza positiva y otra negativa. No hay seres
humanos con solo una de estas fuerzas y es su existencia que nos lleva a
nuestra dinámica, y a veces caótica, vida.
Al
reconocer esto, podemos planear mejor nuestro crecimiento espiritual que
consiste en básicamente:
- Aceptar tanto lo positivo como lo negativo, abrazándolos interiormente, como hijos tuyos.
- Superar la fuerza negativa, sin reprimirla; la experiencia muestra que la represión termina provocando una explosión y nos dejamos vencer en el largo plazo por esta fuerza.
- Con amor y poder, ayudar la fuerza negativa a irse transformando, pues así como no existe la oscuridad sino la falta de luz, no hay realmente algo negativo; es solo que falta algo más poderoso positivo que lo remplace.
- Lo negativo nos da placer, nos incentiva a seguir adelante en muchos momentos y protege nuestras debilidades. Atacarlo no es una buena opción.
- Aceptar esa fuerza negativa y ayudarla a transformarse requiere paciencia y perseverancia, pero es el camino más saludable para alguien que está desarrollado su espiritualidad.
- Permitir a la fuerza positiva manifestarse más y más, convirtiéndose muchas veces en un ángel para otras personas.
- Aceptar las orientaciones sutiles que me doy a mismo, debido al inherente deseo de ser bueno.
- Conectarse con una fuerza superior; después de todo, un ángel es un mensajero de Dios. Al conectarme con Dios, esa fuerza angélica fluye más fácilmente.
- No perder la paciencia, su visión del futuro y su deseo de mejorar. Jamás.
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