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Mostrando las entradas de febrero, 2012

El verdadero reto en tiempos de cambios rápidos e imprevistos

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Que los tiempos actuales son de cambio, nadie pone en duda. Sin embargo, la rapidez de estos cambios y el hecho de que son muchas veces situaciones de crisis o caos, hacen que el verdadero reto en el manejo de ellos no es tanto el manejo en sí mismo, sino la capacidad de aprender. En realidad, hay pruebas observables de que al no ser capaz de aprender a la velocidad correcta, fácilmente la persona puede cometer errores que en el futuro tendrá que arrepentirse. Veamos un ejemplo sacado de la economía actual: Estados Unidos tiene, en algunos estados, la misma tasa de desempleo que Colombia, mientras España la superó hace tiempos. Aún así, siguen haciendo fila miles de colombianos para sacar la visa e ir a trabajar a uno de estos países. En términos humanos, observamos como el desequilibrio entre el trabajo profesional y la vida personal se ha acentuado. En los últimos años, con el fortalecimiento de los SmartPhones, las personas tienden a trabajar en un ritmo de 24x7x365. En

El poder de no desistir

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Hace como unos dos o tres años descubrí el poder de la música. Para mí, que tuve que alimentarme de lo positivo y motivacional en dosis altas, las canciones guardaban un poder que no había previsto, que era el hecho de que muchas de ellas sonaron en mi adolescencia y juventud, pero mi gusto era solo auditivo, ya que no entendía nada de lo que decían. Ahora que hablo su idioma, las canciones causan algo más en mí, despertando una energía potencial de transformación agradable. Entre tantas canciones, está la famosa Don't give up  ( No desistas ), con el mago de la música, Peter Gabriel, y la exótica Kate Bush. Cuando oía esta música, no entendía qué hablaba, pero entonces viví algo de lo que dice la canción y me di cuenta de algo. Me di cuenta que no puedo desistir, porque los sueños no pueden acabar, nunca. Entonces, en vez de matar mi capacidad de soñar, la aumenté, la concentré, la especialicé y empecé a hacerla producir. Me di cuenta de muchas cosas más que pasaban en mi

Entrega al otro

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¿Hasta qué punto te comprometes con alguien? Hace más de dos décadas que comprometerse se volvió algo difícil, duro de concretar. En realidad, la mayoría de personas vive en "medio-compromisos" o relaciones amistosas, pero sin comprometerse con nadie. ¿Por qué? Tal vez sea la inmensa cantidad de frustraciones vividas por ambas partes. Tal vez sea el hecho de que las relaciones se han vuelto tan complejas que nadie está feliz con lo que el otro da, siempre quiere más y más. Tal vez... si no hay este nivel de compromiso, de verdadera entrega al otro, la relación realmente nunca se concretará como debe ser y eternamente habrá niños buscando madres en esposas o jefas, o clientes cambiando constantemente de provedores. Es necesario recuperar el valor fundamental de entregarse al otro. No significa someterse, ni perder su identidad - aunque suene paradójico, si haces esto, no te estás entregándo a otro. Estás entregando algo, un robot, pero no el ser increíble y perfec

El arte de mantener secretos

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Por los últimos 29 años de mi vida, he estado asociado fuertemente a una organización con orígenes en la India. Entre tantas características culturales, el manejo de secretos es uno de los más interesantes. No es el tradicional secreto que si es revelado, quien lo hace es castigado. Pero los secretos que permiten a las personas crecer en su propio ritmo y proceso. Sí, porque aún las personas más importantes del mundo tienen secretos que los impiden experimentar lo máximo de su potencial. Y alguien necesita ayudarlos a pasar por esas situaciones, hasta llegar a la luz de sus propias personalidades. Guardar secretos es por lo tanto necesario para ti como persona, porque mucho de lo que pasa contigo no es bueno que otros lo conozcan. Pero, hay dos seres con los que deberías ser siempre honesto: tú mismo y Dios. No importa cuán terrible sea el secreto, tú lo debes aceptar en tu corazón y aprender a apreciarlo. Además, sin tener en cuenta tu forma de ver a Dios, al menos debes co