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Cuando hay que ser flexible (3er. poder)

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Mucho de lo que vivimos no puede ser cambiado, al menos por un largo tiempo. Alguna enfermedad (propia o de alguien muy cercano), una situación económica específica, incluso aspectos como el físico o la inteligencia; todo parece conspirar contra una persona. Entonces, viene el sufrimiento, la sensación de injusticia divina y la tradicional pregunta: "¿Por qué esto me pasa a mí?" En realidad, para situaciones de largo plazo, o plazo indeterminado, no es conveniente tratar de ser tolerante. Es necesario aprender a adaptarse. En esencia, la adaptación es como un río que fluye por la tierra. El río se adapta al terreno que tiene, el tiempo pasa y el terreno empieza a adaptarse al río. Pero, primero viene el río y su necesidad de adaptarse a las situaciones. Entonces, con el tiempo y paciencia, un día, el terreno cede y el río gana más espacio. Con el ser humano, el poder de adaptabilidad, o acomodación, le da la misma capacidad. Primero, la persona se adapta al terreno en que viv