¿De qué forma soy el dueño de mi destino?
Yo creo que
soy el dueño de mi destino. Estoy seguro que todo lo que ha pasado en mi vida
tuve control sino de las acciones y eventos, al menos del impacto de ellos en
mi corazón, decisiones y forma de ser.
Eso no
implica arrogancia, sino todo lo contrario: ser el amo de mi propia vida genera
la sensación única de humildad y autoestima.
Como
maestro de mi existencia, la humildad es fundamental porque sé que al
interactuar con otros y el todo, no siempre tendré la razón. En realidad,
normalmente mi interacción muestra lo
cuanto tengo que evolucionar y crecer, cuánto hay que aprender todavía.
Autoestima
pues tengo el poder de definir qué pasará conmigo, qué experimento ahora y qué
pasó en mi existencia, al menos en un nivel de percepción, reacciones,
sentimientos, emociones, ideas y memorias registradas. Soy el ser más poderoso
del universo a la hora de permitir o impedir alguna sensación.
Mi destino
lo construyo así, como un tren: poderoso lo suficiente para derrumbar lo que
trate de impedirlo, pero siempre siguiendo los rieles que le tocaron.
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